Silvia Carpizo. Foto: Diego Obiol.

Nombre: Silvia Carpizo de Diego. Edad: 34 años. Lugar de nacimiento: Valencia. Lugar de residencia: Valencia. ¿Cómo definirías en una frase tu actividad creativa? 
Experimentar con el Arte efímero, transformándolo en Arte vivo y permanente a través del Cine de Animación.

Animó con estupendos resultados obras murales de Escif en Alienation. Ha utilizado la misma técnica para denunciar lo que puede ocurrir con la East Side Gallery, la galería de arte al aire libre más grande del mundo que ocupa una parte del Muro de Berlín, amenazada por el caníbal inmobiliario en The Neverending Wall, corto que fue preselecionado a los Goya. Detrás de tanto talento está Silvia Carpizo.

Estudiaste Historia del Arte y después hiciste dos Másteres (en Producción Artística y Animación), ¿una cosa llevó a la otra?

Sí, estudié Historia del Arte, que es una carrera que me ha dado mucho ya que me ha entrenado visual y estéticamente, y sé que esa base ha sido fundamental para mi carrera posterior. Pero mi primera opción siempre fue Bellas Artes y Comunicación Audiovisual, si no las hice fue porque en ese momento no le di tanta importancia, siempre fui autodidacta y eso junto a la adolescencia, me hizo pensar que en ese momento no lo necesitaba, me apetecía más una formación teórica, pensaba inocentemente que para dibujar no necesitaba estudiar, ya que lo iba a seguir haciendo de todos modos. Mi plan maestro era estudiar Historia del Arte, pasarme a un segundo ciclo de audiovisuales y después seguir dibujando. Ahora con la edad te das cuenta que la formación artística es importante, es por ello que cuando descubrí el master de animación de la UPV, me dije que era el momento, y no me equivoqué ya que al final acabé realizando lo que siempre quise arte+cine, que es lo que es para mí la animación. El Máster de Producción Artística vino después de realizar mi primer cortometraje, y lo realicé porque pensé que la base historiográfica que poseo en Historia del Arte junto con este máster me daría la base perfecta para realizar otro proyecto final y de ahí, fueron surgiendo otros trabajos, culminando con la producción de mi último cortometraje The Neverending Wall.

¿En qué momento descubres que quieres dedicarte a contar historias y que la animación es la disciplina elegida?

Querer contar historias lo sé desde siempre, siempre lo he hecho. Desde que recuerdo siempre andaba escribiendo todo lo que se me ocurría, dándole forma, inventando, hasta con las paredes de gotelé, manchas, etc. Siempre me venían las ideas desde las formas, las imágenes, es por eso que escribir solo no era suficiente. De ahí a la necesidad de la narración del cine, pero mi mente o mi forma de pensar no es muy convencional e imaginaba la mayoría de las veces historias imposibles o demasiado conceptuales, por lo que la animación por el infinito de sus posibilidades fue la disciplina lógica.

Tus obras tienen un fuerte compromiso social. ¿En qué medida crees que eso te representa como creadora?

Me representa bastante, aunque soy una persona que le encanta el humor y sonreír siempre me preocupo demasiado, soy un poco dramas, en ocasiones me gustaría verlo todo más de color de rosa, ser menos pesimista con todo lo que me rodea y vivir más ligera, pero también si no lo fuera, tampoco sería yo, y me costaría más visualizar ese compromiso y más aún transformarlo en imagen. Cuando veo todo lo que a veces somos y como, a veces, lo somos me apeno y de ahí sale mi necesidad de comunicar, pero por otro lado también veo la buena capacidad de darnos cuenta de lo mal que a veces lo hacemos y esa capacidad es la parte a la que quiero apelar en nosotros cuando lo llevo a un público, a la pantalla a través de la obra.

¿Qué sensaciones se experimentan al animar y trabajar con obras de arte ya existentes?

Las sensaciones de esto, es en primer lugar respeto hacía esos diseños y admiración hacia los autores y las autoras. Es un principio que tengo, encontrar el equilibrio de poder experimentar, manteniendo ambas esencias, la de la obra original y la de la obra imaginada, es mantener una armonía con ambas creaciones, creando una nueva y diferente. Hay grandísimos y grandísimas artistas murales en el mundo, desde los o las más virtuosas de la ilustración mural hasta los y las más conceptuales o minimalistas, pero para mí, no sólo es cuestión de estética, como tampoco lo es para algunos de sus autores o autoras. Tienen que transmitirme a través de sus imágenes una historia susceptible de ser contada, tengo que ver más allá de sus muros, imaginarme que tomando vida pueden decir más.

En esos casos, ¿hay que pedir algún tipo de permiso antes?

Los permisos en el arte mural urbano no son necesarios, a no ser que hablemos de artistas como Bansky. En el momento en el que una obra está en la vía pública, se convierte también en eso. En mi caso, eso no lo tomo al pie de la letra ya que para mí como antes he comentado es fundamental que el artista sepa lo que voy a realizar, pidiéndole permiso, ya que lo primero es el respeto hacia su obra y es de obligación que estén de acuerdo en formar parte de otra obra, es algo colaborativo, así lo hice con Escif y con los artistas de la East Side Gallery. Si ese permiso no lo obtengo, no la realizo, para mí dejaría de tener sentido, sería una obra mutilada.

¿Qué parte del proceso creativo disfrutas más y cuál menos?

El proceso creativo más importante y más divertido para mí, es el de empezar a crear de la nada, la preproducción, el darle forma desde la idea, es un proceso fundamental, sin él no se consigue nada bueno, es el que tiene que ser más largo, madurar los conceptos, cambiar los planos, reescribirlos, quitarlos, poner de más, … es creación total, es donde tienes el control de todo lo que te surge. Cuando los cimientos ya están, se comienza a realizar el trabajo técnico, que es una manera de seguir las instrucciones al pie de la letra. Pero el proceso de guion y planificación no termina, sigue estando vivo. Una película es orgánica, siempre crece hasta que no tienes el máster final, la edición definitiva, y esa parte es la que como realizadora, da más pena que llegue, pero es el fin solo de una fase por lo que es una pena agridulce, ya que la película comienza a ser presentada al público y es ahí solo ahí donde cobra todo su sentido.

¿Qué secuencia sigue tu proceso creativo?¿Te gustaría dirigir siempre tus propios guiones?

La secuencia que sigue mi proceso es desde un concepto, que puede ser una palabra, una frase, una imagen o incluso una historia misma que yo haya vivido o percibido. De ahí comienzo mi búsqueda del arte que puede acompañarme, que puede ayudarme a comunicar eso que quiero. Una vez que ya está (permisos pedidos y demás), escribirla, darle forma, crear un story gráfico, comenzar a visualizar en imágenes los conceptos y empezar el juego orgánico de crear. Sí me gusta dirigir mis guiones, porque si no sería realizar encargos como un trabajo artesanal técnico más que artístico, me gusta entender desde la nada lo que hago y si no es mío, me costaría más llevarlo a cabo, o eso es lo que pienso, pero sería cuestión de probar, estoy abierta a muchas posibilidades.

Silvia Carpizo. Foto: Diego Obiol.

Tu corto The Neverending Wall fue preseleccionado a los Premios Goya, ¿qué importancia crees que tienen los premios?

Los premios, son importantes porque reconocen tu labor, y eso siempre se agradece, pero más que premios en concreto que son mediáticos, y ayudan de un modo curricular, se valora más que vengan personas que hayan visto tu obra y te digan lo mucho que les ha gustado o lo que les ha trasmitido aunque no les haya gustado. Eso es lo más importante, porque si eso no lo logras, entonces no sirve de nada dedicarte al audiovisual, ya que el fin mismo de las películas y el arte es el público, sin este no es más que algo que has hecho y ya está, nada más, como cualquier otra cosa cotidiana, no importa lo que te haya costado, la gente implicada, los festivales, que ganes o premios, todo lo que conlleve.., sino comunica no sirve, y eso el tiempo lo deja bien claro.

¿Crees que la animación tiene en España el mismo reconocimiento que en otros países?

Me da mucha pena contestar esta pregunta, pero la respuesta es un NO rotundo. La animación en España no está reconocida desde el momento en el que una disciplina cinematográfica se sigue considerando género. La animación no es un género es cine en sí misma, tiene un engranaje tras ella muy potente, en una película de animación trabajan numerosos profesionales que no son reconocidos, año tras año, pero que cuando trabajan de un modo independiente en una película de ficción son ellos el peso más fuerte de la misma. Hoy en día no hay una solo obra de ficción que no utilice animación, ya sea para efectos, cabeceras, personajes fantásticos, efectos de postproducción digital, no sé, podría daros millones de ejemplos, pero sin embargo, cuando la animación se expresa como obra en sí misma, con un largometraje o un cortometraje, se considera género y además con el estigma fuerte de obras dirigidas solo para público infantil, esto es muy absurdo e incluso ridículo e insultante, para todos los que nos dedicamos a la animación como profesión. Y como directora más todavía porque si realizo obras audiovisuales de animación y no son consideradas industria en mi país, y no tiene el apoyo de la Academia de Cine, se convierte todo en un asunto bastante decepcionante. Con The Neverending Wall he tenido la suerte de ser apoyada por instituciones, no sería justo que no lo dijera, pero con un trabajo detrás muy sacrificado, te otorgan ayudas, pero estas no se hacen factibles hasta la finalización de la obra, por lo que si no cuentas con un productor que te apoye, por mucha ayuda que tengas, difícilmente puedes llevarla a cabo. Si te vas fuera a buscar los apoyos los impedimentos son menores, se nota un fuerte apoyo a la cultura que aquí en España, por desgracia no se da, porque la diferencia está en que sea fuerte no solo apoyo.

Ahora en unos días tras los resultados de los Premios Goya, nos hemos juntado un grupo importante de la animación española, directores, productores, animadores, guionistas, dibujantes etc. Profesionales destacados a nivel nacional e internacional, para crear un Salón de los Rechazados y reivindicar la animación que conquista otras fronteras, que es premiada y considerada de calidad más allá de la Academia y sobre todo que no es solo cine infantil que es arte y cultura y que tiene tantísimas formas de expresión para ser considerara de igual al cine de ficción, como ocurre en Francia, donde hasta el nombre de su Academia incluye en su nombre la imagen animada. Aquí en España queda aún mucho por hacer.

¿Qué animadores ocupan un lugar privilegiado en tu cabeza?

Difícil pregunta, para mí los animadores que más me han influenciado y además he tenido el privilegio de tener a algunos como maestros, son el estonio Priit Pärn por su modo brillante de plantearse los guiones, surrealistas e imposibles pero tan lógicos como cualquier historia convencional; el alemán Raimund Krumme, por el control del espacio dibujado; el israelita Gil Alkabetz porque sus historias están muy bien hiladas y su animación es fresca; el inglés Osbert Parker, por la experimentación con la ficción a través de la animación. Y mujeres animadoras y directoras que admiro, porque no olvidemos que las hay y muchas, como Joanna Quinn, Caroline Leaf, María Lorenzo, Michaela Pavlátová, …

¿Qué influencias (música, cine, libros, series, arquitectura,…) reconoces en tu trabajo?

En música, siempre he sido muy peliculera y me encantan las bandas sonoras, para mi trabajo, la música es fundamental y he tenido la suerte de trabajar con buenísimos músicos, que saben interpretar las imágenes y darles sonido y armonía. Yo no he utilizado diálogos en las obras, por lo que imaginaros lo importante que es para mí, no soy de géneros concretos, si la música me transmite me gusta, por eso creo que me gustan tanto las bandas sonoras, porque las asocio a la historia y la completan. Los libros no puedo decirte títulos concretos, porque me encanta leer y de todo, aunque tiendo a historias distócicas que me impactaron y creo que me han influenciado obras como 1984 de Orwell o Un mundo feliz de Huxley. En cine admiro a Lynch y a Kubrick, el primero porque su mundo onírico es inmenso y el segundo porque conseguía de cada película una obra de arte. La película que más tengo de referente es 2001, una odisea en el espacio. Es una obra que es una oda a la vida y al absurdo del ser humano y eso es algo que me interesa muchísimo. En las otras disciplinas que nombras admiro, el surrealismo en todas sus formas, porque trata sobre lo desconocido, la conciencia, la imaginación, eso que es difícil de explicar pero que se siente. Una serie que me choco cuando salió fue Black Mirrror, ya que es una serie del ahora y del futuro y que hace plantearnos, nuestra sociedad desde un prisma difícil de aceptar y mirar, pero muy real. Una serie incomoda pero necesaria.

¿Tienes alguna manía o ritual a la hora de ponerte a trabajar?

Sí, me gusta escuchar música, cuando no escribo o estoy planteándome algo, si lo hiciera sería imposible, aunque a veces esa música al inicio me ayuda a despegar, y me da ideas, siempre instrumental, nunca con letra, ya que eso me condicionaría. Y soy nocturna total, el insomnio es mi aliado, el silencio, nadie te llama, estas sola y es el mejor momento. La noche es para pensar y el día para hacer lo pensado por la noche. Tengo un cuaderno y ahí apunto todo lo que se me ocurre, siempre lo llevo encima y a cualquier parte y en cualquier momento lo utilizo.

¿Qué redes sociales utilizas? ¿Qué importancia crees que tienen desde el punto de vista profesional?

Las redes sociales las odio un poco, pero soy consciente de su importancia, utilizo Facebook, en gran medida en donde al final mi perfil lo convierto en una ventana del trabajo, de vez en cuando publico inquietudes que me interesan, pero menos, soy más de opinar que de poner. Aunque las redes sociales nos alejan más de las personas irónicamente nos acercan pero de un modo virtual, y se convierten en escaparates de acceso y eso aunque sea frio y se pierda el lado romántico de la vida, hay que tenerlo muy en cuenta y más si el trabajo que realizamos está relacionado con el arte. Las redes sociales tienen sus inconvenientes, pero también sus ventajas, antes era muy difícil llegar a los demás ahora es más sencillo, aunque también antes era más fácil destacar, siempre ha habido muchísima gente con talento, pero ahora se ve más y por tanto la competencia es mayor. Por otro lado, me gusta llegar lo máximo posible y si es a través de blogs, webs, o redes sociales, todas, bienvenidas sean.

¿Cuáles son tus proyectos más cercanos?

Ahora mismo, estoy en proceso de un nuevo proyecto, bueno dos proyectos, pero no me gusta desvelar el qué, porque así evitas que te digan después «Oye y ¿el proyecto ese que iba de tal y cual? ¿Qué? ¿Para cuándo?». Eso me pone muy nerviosa y además me da la sensación de que si se dice en alto es una expectativa de algo en concreto y de las expectativas siempre debes alejarte, como ya te he dicho todo es orgánico, va creciendo, cambia o se establece, pero sí te confirmo que en ello estoy y espero pronto ponerme a ello y comenzar, lo voy necesitando.