David Albelda. Ilustración: VLG.

Extraordinario y enorme mediocentro y auténtico líder del mejor Valencia de la historia, el de principio de este siglo, con dos títulos de liga,  2001-02 y 2003-04, este último además aderezado con el entorchado europeo de la copa de la UEFA, la trayectoria de David Albelda en el club che está salpicada de tan memorables como emotivos partidos, pudiéndose destacar su importante participación en los trascendentales choques ligueros en mayo de 2002 y de 2004, en Málaga y Sevilla respectivamente, decisivos para coronarse campeón el club valencianista de ambas ligas.

Si bien, en tan dilatada y longeva carrera, su compromiso con el club blanquinegro resulta manifiestamente incuestionable, quizás deberían mencionarse una terna de encuentros, probablemente exentos de una excelsa aurea, pero que no hacen sino significar la irrefutable querencia de David por su Valencia.

⚽️ Valencia CF – Real Zaragoza (temporada 2007-2008)

El 7 de mayo de 2008 se disputaba la jornada 36 de aquella traumática temporada 2007-08, enfrentándose Valencia CF y Real Zaragoza, ambos clubes históricos en situación crítica, con 42 puntos el equipo valenciano y con 41 el aragonés, marcando posición de descenso a Segunda Osasuna con 40, presagiándose un dramático enfrentamiento, con posibles consecuencias funestas para el derrotado.

Sabiamente, Voro, nombrado entrenador dos jornadas atrás sustituyendo a Ronald Koeman, comenzó a voltear la situación, decidiendo incorporar a la disciplina de la plantilla a Albelda, Cañizares y Angulo, apartados en diciembre por el técnico holandés. En un equipo con hasta cuatro futbolistas que, dos meses más tarde, se proclamarían campeones de Eurocopa con España, más que de calidad su problema residía en el ánima, acertadamente diagnosticado por el de L’Alcudia, quien, conocedor de la situación física y mental de los tres denostados, les emplazó a un progresivo plan de integración en la dinámica grupal, tan sólo acelerado en el caso del guardameta Cañizares, que hubo de debutar en la misma semana de su vuelta, tras cuatro meses de ostracismo, por sanción del meta titular, el alemán Hildebrand, cumpliendo con tamaño compromiso con una destacada actuación (3-0, a Osasuna, en Mestalla).

Menos necesitado en el caso de Albelda, Voro fue dosificando su participación en el equipo: contra el mencionado Osasuna, estuvo en el banco de suplentes, sin llegar a jugar; en el Nou Camp, sustituyó al portugués Caneira en el minuto 55, con el partido ya sentenciado (3-0, para un 6-0 final), tan sólo como puesta a punto para ese inminente y trascendental partido, antes mencionado, frente al equipo maño, tres días más tarde, en jornada intrasemanal, y en el que, en el minuto 87, con un agónico 1-0 y con diez jugadores, por expulsión de David Silva, el míster che requirió sus servicios.

Con finales europeas y partidos decisorios de títulos ligueros en sus piernas, Albelda disputó aquel miércoles uno de los 8 minutos más exigentes de su exitosa carrera deportiva. Con únicamente dos semanas en la operativa del primer equipo y con la patente incertidumbre tanto en el marcador como en la propia acogida del público de Mestalla a su presencia, David, con elevado nivel de profesionalidad y experiencia, contribuyó a mantener la victoria final, decisiva para la permanencia. Ya no jugó más el de la Pobla Llarga en el feudo blanquinegro durante esa misma temporada: su expulsión en la jornada siguiente (Levante-1 Valencia-5, y ya con Albelda formando en el once inicial) le imposibilitó disputar la última jornada, contra el Atlético de Madrid, en la emotiva despedida de Santiago Cañizares del fútbol profesional. Sólo 8 minutos, un periodo de tiempo, tan corto como complicado, de gran importancia significativa para el devenir de la historia del club y del futbolista.

Prácticamente de similar duración a la de su icónica imagen, mostrando la senyera desde la cabina del avión de vuelta de Sevilla y saludando luego, ya desde las escalerillas, puño en alto por la segunda Liga conseguida, si bien exentos, en esta ocasión, de ese glamur, aunque ambos impregnados del mismo sentimiento valenciano y valencianista, de auténtico capitán aun sin brazalete.

⚽️ Valencia CF -Villarreal CF (temporada 2008-2009)

En su posterior reencuentro con la hinchada, en la presentación oficial del equipo de la temporada siguiente, la 2008-09, ya se atisbaron ciertas señales de reconciliación con la grada valencianista, si bien los daños colaterales sufridos por la influencia de cierto sector de medios de comunicación afín al presidente anterior, aún perduraban, necesitados del factor tiempo, siempre resoluto juez de las injusticias. Trascurrió el primer tramo de la temporada cicatrizándose paulatinamente esas desavenencias, hasta que el 10 de enero de 2009, en la jornada 18 del campeonato, en la previa de la disputa del Valencia-Villarreal, el técnico Emery reclamó a quien, de entre los miembros de su plantilla, se ofrecía para ocupar la plaza de lateral derecho, huérfana, por lesión y sanción, de sus especialistas. Lidiando aún con su particular armisticio y, con mucho más que perder que ganar, Albelda optó por postularse como posible solución al problema. De condiciones físicas antagónicas a las del típico lateral, suplió esas carencias naturales con su inteligencia táctica, completando una sobresaliente actuación, coronada cuando, en el minuto 62, tras un corte de balón espectacular con posterior desplazamiento largo de balón al contrataque, Mestalla se le rindió incondicionalmente, ovacionando su nombre, como gesto de reconocimiento a su humildad y deber, anteponiendo siempre el bien del club al egoísmo personal.

⚽️ El partido pendiente

La terna se completa con uno pendiente de disputar, correspondiente a un sentido homenaje en Mestalla, que cercene, con el honor debido y justamente ganado, su periplo valencianista, concluso hasta el momento con una sustitución al descanso en la postrera jornada del campeonato liguero 2012-13, en el Sánchez Pizjuán (Sevilla-4 Valencia- 3), resultando, por ello, imperdonable para el valencianismo que el último partido del gran capitán del mejor Valencia de la historia quede relegado y eclipsado por la anécdota del póquer de goles, aquel día, del delantero Álvaro Negredo. No se trataría, pues, del anacrónico partido, casi con ánimo recaudatorio, del siglo pasado, con que se despedía a las figuras de antaño. Sencillamente bastaría con incluirlo en los prolegómenos del trofeo Naranja, digno escenario donde honrar y despedir como se debe y merece a quien, junto a Puchades y Kempes, es uno de los tres jugadores más importantes de la historia del Valencia CF. Desgraciadamente, más que parecerse su homenaje al del rubio de Sueca, el de David, siete años después de su último partido, tiende a semejarse cada vez más al del argentino: un par de años más y tendrá el dudoso y vergonzante honor de superarlo. De un valencianismo renegado con el meninfotismo depende evitarlo. Debería.