Pep Ricart y Àngel Fígols en La torre del silenci. Foto: Juan Vicent.

Dos hermanos se reencuentran veinticinco años después en una masía familiar en la que vive uno de ellos. La muerte de la madre, el pasado, los reproches, los secretos, el incierto futuro…irán apareciendo en la conversación. Esto es, a muy grandes rasgos, La torre del silenci (Teatre Rialto, del 25 al 28 de mayo).

Pep Ricart y Àngel Fígols dan vida a esos dos protagonistas a los que se hacía referencia antes. Paco Zarzoso y Sònia Alejo firman la autoría y la dirección. Con ella hablamos del proceso creativo de la obra.

¿Qué tiene la familia, las relaciones familiares, desde el punto de vista creativo que tanto interés despierta en todas las disciplinas? ¿Hay algo de conseguir que el público pueda reconocer determinados comportamientos o situaciones en lo que se le cuenta?

Por exceso o por defecto, todas tenemos una familia y esta, por muy disfuncional que sea, influye en nuestro desarrollo, en nuestro crecimiento emocional, en nuestra manera de mirar al mundo y de relacionarnos con él. A veces esto se transforma con el contacto con otras personas, con otros entornos, pero otras veces nos marca de una manera casi ineludible, para bien o para mal. Es evidente, que el tratar asuntos de familia, conectará con el espectador y con un imaginario común, pero no hay nada intencionado en ello, simplemente se habla del ser humano y su complejidad. La obra muestra un encuentro entre dos hombres que se fuerzan a entenderse, precisamente, movidos por ese vínculo consanguíneo.

Hablábamos de lo familiar en la pregunta anterior, pero en la nota de prensa se indica que el tema principal de la obra es la fraternidad, independientemente del parentesco consanguíneo de los dos personajes. 

El tema se reveló en un momento determinado del proceso. No era el motor inicial cuando empezamos a escribir. Cuando apareció, orientamos hacia ella la brújula de la escritura, entendiendo la fraternidad como una necesidad inherente del ser humano, desligada del parentesco y contrapuesta al individualismo o a las relaciones líquidas. La fraternidad como tabla de salvación emocional.

¿Cómo ha ido cambiando la obra desde que empezasteis a gestarla?

La obra no iba a ser lo que es ahora. De hecho, mis objetivos iniciales no tenían nada que ver con la actual Torre del silenci, ni siquiera con el código. Se puede decir que la obra es el resultado de la confluencia de Paco, Pep, Àngel y yo en un proceso de trabajo casi horizontal.
Siempre busco complicidades cercanas para crear. Casi siempre de manera intuitiva, pero siempre por motivos de peso. Una vez recibidos algunos noes a compartir este viaje, confirmados los síes y cerrado el núcleo de intérpretes y autoría, establecimos unas primeras pautas para empezar a trabajar. Los ensayos, realizados en varias fases y a lo largo de un año, han sido fundamentales para la escritura, puesto que los actores se han implicado también en ella a través de sus aportaciones en las sesiones. Todo este material era recogido por Paco y por mí para reescribir y modificar el texto réplica a réplica. Escuchando el latido de las voces de Pep y de Àngel.

Tanto el espacio sonoro, escénico y vestuario estaban asignados desde el principio a Isabel Latorre, Los Reyes del Mambo y Miguel Carbonell. Me gusta trabajar en diálogo constante con ellos porque han de descubrir con el resto, la atmósfera de la obra.

Àngel Fígols en La torre del silenci. Foto: Juan Vicent.

Con Pep Ricart y Àngel Fígols ya habías trabajado antes. ¿Escribisteis sus papeles sabiendo que serían ellos quienes les darían vida? 

De hecho, no empezamos a escribir hasta que no tuvimos cerrado el equipo. Efectivamente, yo ya había trabajado con ellos en La vida inventada de Godofredo Villa y en sus escenas compartidas se intuía ‘algo’ hipnótico. La forma y los tiempos en que íbamos a desarrollar la pieza, condicionaba mucho la disponibilidad de los intérpretes, pero finalmente obtuvimos de Pep y de Àngel el compromiso que necesitábamos.

¿Qué crees que los define como actores?

Creo que son dos actores que se salen de los perfiles estándar. Aunque los dos son muy versátiles y dominan casi cualquier registro, tienen un físico muy peculiar y aportan un carácter muy personal a lo que hacen. Técnicamente no imitan maneras de hacer, sino que interiorizan lo que se les propone, lo hacen suyo y aportan verdad. No pasan por encima del texto, están en él.

¿Cómo ha sido (o está siendo) compartir autoría y dirección con Paco Zarzoso? ¿Ha habido algún reparto concreto de funciones?

Aunque nos conocimos en sus talleres hace casi veinte años, nunca habíamos trabajado juntos. Fue una sorpresa que aceptara sumarse al proyecto casi sin dudarlo.

Hemos ido descubriendo la manera de escribir juntos poco a poco, nos hemos ido adaptando a cada momento del proceso y nos hemos quitado los corsés de lo formal con los que empezamos a escribir la obra. Al final, no hay ni un solo fragmento en el que no hayamos metido la mano los dos, ya que hubo un momento, muy al principio de la escritura, en que sí nos repartimos las escenas, pero este procedimiento se descartó en seguida. No nos resultaba del todo ágil cuando nos fuimos metiendo más en harina.

En la codirección, sí que ha habido un reparto de roles en las sesiones para no duplicar la voz de la dirección. Esto nos obligaba a dialogar constantemente fuera de los ensayos y llegar a ellos con las pautas ya consensuadas.

Finalmente, es un año y medio generando y modificando escrituras para La torre del silenci en un proceso muy horizontal y compartido con los intérpretes, en el que los cuatro nos hemos descubierto las entretelas creativas mutuamente.

Pep Ricart en La torre del silenci. Foto: Juan Vicent.