Cada fiesta de aniversario debería tener su propia canción. Algo más identificativo que la simplería del «Cumpleaños feliz / tócate la nariz». Una tonadilla que definiera al que sopla las velas. Si se compran regalos pensando en el receptor de los mismos, ¿por qué no hacerlo, también, con lo que se le va a corear en el culmen de la celebración? El LN3 Espai Mutant (el espacio escénico de Las Naves) cumple esta semana un año de vida y su himno festivo podría ser «Profite», el dueto que grabaron Benjamin Biolay y Vanessa Paradis. «Disfruta / Ya que hace falta / verlo todo, probarlo todo / para no morir / no morir despierto«. Unas estrofas que explican, muy certeramente, la filosofía de su programación.
Una fecha tan señalada invita al balance. «Ha sido fantástico, hemos tenido una muy buena acogida», afirma Guillermo Arazo, Director de Programación. «Para este primer año de funcionamiento dibujamos una propuesta de programación formada por diversas piezas con distintos orígenes y maneras de entender la escena. Por un lado, de posicionamiento en el plano mental de la ciudad del Espai Mutant y, por otro, de declaración de intenciones. Ahora toca consolidarlo«.
Con el Principal y el Rialto desperezándose a cámara lenta, el Musical caminando con buen pie una vez liberado de las manos de José Luis Moreno y el Escalante con su inexplicable y limitada apertura dominical al público, la oferta del Espai Mutant se ha convertido en imprescindible en el mapa de los teatros públicos. «El LN3 Espai Mutant es mucho más que un teatro, es un espacio multitarea. Está muy relacionado con el centro que lo acoge, -Las Naves es un generador dedicado a la Innovación, tanto cultural, social como tecnológica- y es su plataforma para la exhibición y difusión de los nuevos lenguajes escénicos, y la creación emergente, pero también para el pensamiento innovador y el tecnológico», explica Arazo.
«Exercicis d’amor» de El Pont Flotant fue la obra que inauguró el LN3. Precisamente, «El fill que vull tindre» (estrenada el mes pasado), de la misma compañía, supuso la primera producción propia del Espai Mutant. «El hecho de ser la primera producción propia de Las Naves obviamente nos ha dado cierta responsabilidad extra. Nos daban los medios y también la oportunidad de colaborar para iniciar ese nuevo camino. Por un lado, sentíamos la responsabilidad de estar utilizando recursos públicos, aunque eso nos daba la seguridad de contar con esos medios, pero sentíamos cierta confianza en nosotros mismos porque «El fill que vull tindre» era un proyecto que llevaba gestándose hacía más de dos años y había una necesidad vital de comunicarnos con el espectador para reflexionar juntos sobre un tema tan profundo como es la educación. Además, nunca sentimos ningún tipo de presión desde la dirección del espacio, al contrario, siempre hemos recibido un mensaje de plena confianza y apoyo a las decisiones y necesidades que se iban dando durante el proceso», confiesa Jesús Muñoz, 25 % de El Pont Flotant.
De las palabras de Muñoz se deduce que la experiencia ha resultado muy gratificante. «Hemos conocido y hemos aprendido a convivir y a crear con veintitrés tres personas maravillosas, de edades diferentes. Sentimos que hemos dado un paso más hacia un terreno hasta ahora inexplorado por la compañía que vincula directamente lo social con las artes escénicas. Ha sido un proceso muy diferente a los anteriores montajes. Hemos tenido que aprender a combinar nuestra manera de hacer más espontánea, intuitiva y experimental, con otra más organizativa, donde la logística y la gestión del tiempo era de vital importancia para poder trabajar con un grupo tan numeroso y tan heterogéneo. Y pensamos que lo hemos conseguido hacer sin perder ese punto de frescura que necesitamos para crear. Estamos satisfechos y orgullosos de este grupo de más treinta personas, incluyendo a nuestros técnicos y creativos, que ha logrado funcionar como un verdadero equipo, sin importar la edad o la experiencia. Estamos agradecidos a cada uno de los participantes, a sus familias y a Las Naves por su confianza».
Durante su año de vida, han compartido el escenario del Espai Mutant, el retrato de la precariedad vital de la Generación X de “ÈXIT (abans de les eleccions)” con la neurosis mental «coreografiada» por Eva Zapico en «El gran arco»; la puesta al día de «Las amistades peligrosas» con una Carmen Conesa impagable con la necesaria memoria histórica de «La piedra oscura»; la elegancia musical de Single con el humor irreverente de Venga Monjas, por poner solo unos ejemplos de su ecléctica propuesta que también tuvo su granito internacional con Devendra Banhart. Estrenos, reposiciones, montajes de jóvenes compañías, nombres propios,… ¿Los favoritos de Arazo? «Se han producido varios momentos de “elevación, elegancia y entusiasmo” como diría Casavella. Personalmente, me quedo con nuestra primera producción propia con la compañía El Pont Flotant “El fill que vull tindre”, una filigrana admirable de emoción, sinceridad, humor y naturalidad; y los cuentos irónicos y crueles, cosidos a mano por Pablo Gisbert y la buena gente de El Conde de Torrefiel. Ah, y la triple victoria de ‘La piedra oscura’: el texto de Alberto Conejero, la puesta de Pablo Messiez, y el contundente mano a mano de Daniel Grao y Nacho Sánchez».
Como buenos mutantes, cambian las reglas de cualquier cumpleaños y serán ellos los que hagan el regalo a los invitados. «La banda del fin del mundo», el último espectáculo de loscorderos·sc, se representará de manera gratuita (recogida de invitaciones a partir de las 19:00). Una elección nada casual, tal y como cuenta el propio Guillermo. «El teatro bastardo de Los Corderos representa muy bien nuestra hoja de ruta holística. Una línea artística centrada en la creación contemporánea: los nuevos lenguajes, las tecnologías aplicadas a la escena, las artes del movimiento. El espectáculo «La banda del fin del mundo» es una trepidante propuesta en la que se mezclan el gesto, la música y el texto».
Con los cimientos asentados hay que mirar hacia adelante. Desde El Pont Flotant tienen claro que iniciativas como la política de producción propia del Espai Mutant «beneficia mucho, sobre todo, si no se queda en hechos aislados, sino que verdaderamente hay una apuesta por las instituciones de abrir ese espacio de producción pública en esta dirección. Continuidad, al fin y al cabo, palabra clave para la consolidación y evolución de cualquier proyecto cultural en esta ciudad». ¿Cómo encara el futuro el LN3? Arazo lo tiene claro: «Ya sabes que lo mejor siempre está por venir… Queremos abrirnos cada vez más a artistas y compañías internacionales, para ello estamos estableciendo una red de trabajo con otros centros (con inquietudes similares) y festivales. Y por el calibre de nuestro carácter público, que las propuestas contemporáneas, con sentido de riesgo y de innovación escénica, puedan programarse de forma estable». A quien corresponda, que tome nota.