«La tienda volante», de Sawsan Nourallah.

Abdulrazzak Al Salhani era profesor en la universidad de Damasco, Siria. La guerra le hizo abandonar su trabajo y su país, pero no consiguió que dejara los cómics. Desde Estambul, donde ahora reside, continua realizando historietas para niños, otras de contenido histórico y algunas de actualidad. Junto a otro compatriota exiliado, Sawsan Nourallah, publicó hace más de diez años Anter Bin Shadad. Autores y obra forman parte de la exposición Cálamos y viñetas. Cómic árabe en movimiento, que se puede visitar en el Col.legi Major Rector Peset hasta el domingo, 26 de enero.

«Una ciudad junto a la tierra», Jorj A. Mhaya.

«Frescura, imaginación, talento, innovación, atrevimiento… son algunos de los denominadores comunes de un mundo, el del cómic árabe, que no solo sorprende en el exterior sino también en sus países». Son palabras de Pedro Rico, comisario de la muestra, y el mejor prólogo y resumen de la misma. Dividida en tres partes (Revistas, Libros e Internet), todo el material está acompañado de su correspondiente traducción al castellano.

«Estampa», Mohamed Shennawy.

Un viaje a través de las viñetas con escalas en la tunecina Noha Habaieb y Las costureras, con destacado papel de la mujer; el jordano Ahmad Qatato y Magda, diario de una chica árabe, sketches de humor juvenil con protagonistas femeninas; la revista palestina Barem, editada desde la Franja de Gaza o la marroquí y autoeditada Skefkef; el libanés Mazen Kerbaj, el autor de cómic árabe más internacional según cuentan en una de las cartelas; su compatriota Lena Merhej, una de las creadoras de la publicación Samandal; el egipcio Magdy El Shafee y su Metro, prohibido por el gobierno de Mubarak o su paisano Mohamed Shennawy, habitual en conferencias y festivales de todo el mundo.