Luci Gutiérrez (Barcelona, 1977), reconocida este 2023 con el Premio Nacional de Ilustración, «ha trabajado en campos tan diversos como la publicidad, la prensa y los libros». En el primero de los casos, por ejemplo, para la guía de regalos de Navidad de The New York Times Store, creando la imagen del evento 2012 Spring Gala en honor a Lucy Sexton o firmando el cartel de Cinema Jove del año pasado. En el segundo, para medios como The New Yorker (con varias portadas), The Boston Globe o The New York Times. Y en el tercero, no solo encargándose de la cubiertas de algunos libros, sino también como autora de English is not Easy y Manual de autodefensa.
Su nombre es uno de los cabezas de cartel de la edición de este año de Baba Kamo. Festival y Feria del Libro Ilustrado, que se celebrará del 15 al 17 de diciembre en el CCCC, y que contará, también, con la participación, además de numerosas actividades programadas, de Yke Reeder, Maite Gurrutxaga o Maja Kastelic. Luci Gutiérrez firmará ejemplares de su obra (el sábado 16, a las 18h) e impartirá una charla (el mismo día a las 19.30h) en la que repasará su trayectoria profesional y que será traducida simultáneamente al lenguaje de signos gracias a la colaboración de la Federación de Personas Sordas de la Comunidad Valenciana (FESORD CV).
Premio Nacional de Ilustración. ¿Cómo se recibe una noticia así, cómo se asimila, cómo se disfruta y cómo afecta a tu trabajo?
En mi caso recibí la noticia con estupefacción y luego entre agobio y alegría. Agobio por lo que supone de exposición pública, que no me gusta, y el tiempo que conlleva alterando el ritmo de trabajo. Y porque mi carácter innato aprovecha cualquier ocasión para abrazar el menor atisbo de negatividad. También implica hacer una revisión al propio trabajo que no suelo hacer por pereza, pero la reflexión nunca está de más. Y por otro lado, es como si me hubiera tocado la lotería.
Participas en la edición de este año de Baba Kamo, que «tendrá una temática sobrevolando sus jornadas: las lenguas minoritarias y minorizadas», con una charla en la que aunque no estará centrada en ello, compartirás tu experiencia personal con el lenguaje de signos a raíz de la sordera de tus padres. ¿Crees que ha influido de alguna manera en tu trabajo?
El hecho de tener padres sordos creo que sí ha influido en mi trabajo. Para empezar, me dedico a la ilustración y no a la música (por suerte para la música). Luego creo que principalmente ha supuesto que sea observadora como ellos, condición necesaria para dibujar, y fijarme en el lenguaje que va más allá de la palabra, también porque la lengua de signos no sólo consiste en los propios signos sino que interviene todo un lenguaje corporal, de la expresión facial y el movimiento del cuerpo. Como resultado, ha facilitado que encontrara en el dibujo un medio para contar cosas con el que me siento cómoda.
Hablando de lenguajes y maneras de comunicarse, la ilustración cuenta con la ventaja de poder hacerlo sin necesidad de recurrir a la palabra escrita, solo con las imágenes, lo que le confiere una «proyección» internacional. ¿Es una ventaja o en algunas ocasiones llega a ser un inconveniente?
Yo lo veo claramente como una ventaja y no le encuentro inconvenientes. A nivel práctico, creo que es una suerte dedicarse a una disciplina que no tiene barreras idiomáticas y desde un pequeño estudio con internet ofrece la posibilidad de trabajar para cualquier punto del mundo. En mi caso ha significado poder vivir de la ilustración, cosa que no es fácil trabajando sólo en nuestro país actualmente.
Centrándonos en tu trabajo, hay una serie de características como la utilización del humor /ironía, una especie de menos es más que acaba transmitiendo mucho (a veces prescindes de los fondos sin que se echen de menos), la fuerte expresividad (sobre todo en los ojos) de algunos de tus personajes… ¿estas cosas surgen de manera intencionada, lo tienes interiorizado, podríamos decir que forman parte de lo que sería tu estilo?
El estilo es el resultado de la suma de habilidades y defectos, y estos a la vez están emparentados con los intereses de uno. Por ejemplo, sobre el hecho de prescindir de fondos, no soy particularmente buena dibujando escenarios o paisajes pero esto es así porque no me interesan. Si me interesaran, habría dibujado muchos y hubiera mejorado la representación de estos. Pero como me aburre enormemente dibujarlos, busco la manera de resolver las imágenes evitándolos, lo cual acaba siendo una característica de mi manera de plantear las ilustraciones. Este mecanismo funciona inconscientemente. Al igual que no me propongo utilizar el humor de forma intencionada, forma parte de mi manera de ver el mundo e inevitablemente eso se traslada en mis ilustraciones.
Has trabajado (y trabajas) para unas cuantas cabeceras internacionales importantes, ¿qué diferencias encuentras entre aquel mercado y el nuestro?
Creo que en Estados Unidos, que es donde más he trabajado, generalmente se suele optar por imágenes que funcionen a un público amplio, que la interpretación de las imágenes sea fácil, que el sentido de las imágenes esté bien acotado y no se salga por la tangente y que no sean problemáticas. También se tiene muy en cuenta que en la representación de personajes haya diversidad racial y de género. Y hay líneas rojas como no mostrar desnudos ni escenas de sexo aunque el texto que se ilustra hable de ello. De todas maneras, creo que todo esto también se está imponiendo aquí y las diferencias cada vez son menores.
¿Es la IA el gran enemigo actual de la ilustración? ¿Sobrevivirá a ella? ¿Crees que los profesionales la podréis incorporar de alguna manera en vuestro beneficio?
La Inteligencia Artificial es enemigo de los autores visuales mientras se haya generado con obra de estos sin su consentimiento y sin la retribución correspondiente por el uso de su trabajo. No es una cuestión de poner palos a las ruedas al avance tecnológico, sino que se trata de un negocio con el que se pretende obtener beneficios económicos nutriéndose del trabajo ajeno. Con el añadido de que su implementación lo más seguro es que derive en perjudicar a estos mismos trabajadores, por ejemplo reventando las tarifas.
Yo creo que la inteligencia artificial puede sustituir la mano del ilustrador, pero no la cabeza. Podrá hacer ilustraciones más descriptivas o más estéticas, pero tengo muchas dudas de que pueda ir más allá. En cualquier caso, para un mínimo de calidad creo que será necesaria una figura con conocimientos de lenguaje visual que tome decisiones tanto para dar las claves adecuadas para generar la imagen como para considerar las soluciones que da la inteligencia artificial. Este papel lo puede llevar a cabo un ilustrador porque en realidad este proceso ya forma parte de su trabajo. Partiendo de esta idea, sería una herramienta más para el ilustrador y en este sentido puede resultar beneficiosa.