Pronunciar Benidorm en voz alta y que alguien sonría es todo uno. La ciudad alicantina se ha acostumbrado a vivir con la extravagancia a su espalda, con la mirada condescendiente ajena y con la mera apariencia como juez supremo. En los medios de comunicación se mueve entre el escándalo y lo exótico. Como si fuera un 24 horas con licencia abierta para ser esquilmado por quien necesita sentirse superior. Para frenar todo lo anterior, o para que conviva con lo que ocurre cuando se apaga esa otra realidad, era necesario un libro como Ensayo y ̶e̶r̶r̶o̶r̶ Benidorm, publicado por la editorial Barrett.
La portada de Martin Parr y las fotografías de una intervención de Leo Bassi (con un flotador pato de 40 metros de perímetro) de 2010, son la mejor introducción posible porque aglutinan todo lo que de tópico (y al mismo tiempo, certero) suele envolver a la localidad costera. A partir de ahí, textos (originales o ya publicados), fotografías, diseño y dibujos reman en una misma dirección, abrir los ojos con el permiso de los rayos de sol.
Entre todos los visitantes del libro, destaca Joaquín Rodríguez (de Los Nikis) recordando las versiones de Patrick Hernández y The Cascades que rebautizaron como Voy A Benidorm y No vuelvo a ir a Benidorm (con censura de la SER a esta segunda); Vicenta Orquín dibujando un perfil de la hostelería en la zona que ya le gustaría firmar a más de un sociólogo; Marta Sanz radiografiando la vida de a pie desde la mirada del que llega de fuera e intenta integrarse; Josan Piqueras reivindicando la ciudad con tino, humor y una frase que merecería un luminoso: Benidorm es democracia; Felipe Hernández actualizándola y modernizándola con sus fotografías; Roberto Alcaraz sellando su amor con el lugar a través de esas instantáneas hipnóticas de edificios; o Kike Parra fabulando con un sensacional cuento al que no le falta de nada: sexo, ̶d̶r̶o̶g̶a̶s̶ humor y ̶r̶o̶c̶k̶ ̶a̶n̶d̶ ̶r̶o̶l̶l̶ Benidorm.