Juan Miñana. Foto: S.G. Pinyerò.

Juan Miñana (Barcelona, 1959) es escritor. Este año ha publicado la muy recomendable La novela ideal (Catedral), donde recrea la vida del poeta Xavier Viura (1882-1947), uno de los pioneros del nudismo en los años 20 entre otras muchas cosas, al tiempo que paralelamente va trazando el devenir histórico de una época.

¿Somos los que leemos?

Absolutamente. Y lo que comemos, y lo que disfrutamos, y lo que padecemos. Y lo que influyen en nosotros las personas que vamos conociendo. La vida es el arte del encuentro, como dijo aquél, y encontrarte con determinados libros –algunos, no muchos-, puede, si no cambiarte la vida, al menos darte una nueva perspectiva. Proporcionarte referencias emocionales. Leer da conocimiento, relativiza el mundo al tiempo que lo ordena y además entretiene. ¿Quién da más…?

Un libro de tu infancia:

Ah, los cuentos de Andersen, en especial El patito feo. Es acongojantemente bonito. Y entre montañas de tebeos y cómics: Tintín en el Tíbet.

Un libro de tu adolescencia:

El barón rampante, de Italo Calvino. La adolescencia, con su tendencia al purismo, es la época de las grandes epifanías. En lugar del Espíritu Santo, se te puede aparecer la engañosa posibilidad de dedicar tu vida a la literatura. A mí me ocurrió, y nadie me advirtió de los peligros que eso conlleva. En fin.

Un libro de tu juventud:

El Quadern Gris, de Pla, pero en versión original, sin pasar por la traducción de Dionisio Ridruejo -lagarto, lagarto-. Pla puede estar contándote lo que quiera: te atrapa igual. También Solitud, de la señora Albert. Y los libros de viajes de Leigh Fermor, Rebecca West, Loti, Thesiger o Monod (la literatura de viajes era y es mi debilidad).

Un libro actual:

Solenoide, de Cărtărescu, y cualquier artefacto gótico que se le ocurra a Mariana Enríquez.

Un libro de siempre:

Moby Dick, sobre todo la escena final, cuando se insinúa la misantrópica imagen de un mundo liberado de hombres, con el planeta volviendo a respirar su salvaje equilibrio natural.

Un libro por leer:

Todos, infinitos. Yo solo sé que no he leído nada.

Un libro que no pudiste acabar de leer:

Paradiso, de Lezama Lima. Los pelmazos ilustrados no van conmigo. Lo he intentado un montón de veces, pero las palabras se desmoronan y se me vienen encima como un alud. Cuando consigo salir, a rastras, me digo que volveré a intentarlo más adelante. Tampoco he podido navegar a gusto por la espuma de La Diosa Blanca, de Robert Graves, y eso que soy un apasionado de la mitología.

Un libro que te gustaría haber escrito:

Las sonatas, de Valle-Inclán, una detrás de otra, hasta completar el ciclo anual. En estos tiempos de narrativa tan galdosiana, creo que un contrapunto valleinclanesco nos vendría bien a todos, a escritores y a lectores. Pienso que las sonatas son la cima de la narrativa en castellano del pasado y siglo y de lo llevamos de este. Valle pinta las atmósferas y paladea los adjetivos como nadie. Se eleva sobre el costumbrismo como el humo de una pipa de kif.

Un libro que te gustaría que existiera:

Un libro que fuese mejorando a medida que lo leyeras y no se acabara nunca. Que se dirigiera a ti y a nadie más que a ti.

3 cosas que te gustan más que leer:

Perderme por ciudades exóticas, incluida la mía. Los sueños lúcidos en los que vuelo a voluntad. L’arros passejat al estilo de Xàtiva, tal como lo preparaba mi abuela.