Ana Morgade 01
Ana Morgade controla los códigos de la comedia a la perfección. Adopta cierto rol de despistada para dotar de naturalismo un humor que lleva mucho trabajo detrás, no solo de guión, sino también de interpretación. Maneja con habilidad el difícil arte de la réplica y juega con destreza con la entonación y la comunicación gestual. Alcanzó la popularidad gracias al programa de Andreu Buenafuente, pero ya fuera de su protectorado ha seguido añadiendo momentos muy divertidos a su currículum. Ahora llega con su espectáculo «Morgadeces» a Valencia, el 3 y 4 de octubre a La Rambleta.

¿Cuál es tu primer recuerdo de algo que te hizo reír?
Tom y Jerry, los veía con mis hermanos en casa de mis abuelos. Aquello era una master class.

Y ahora, ¿qué cosas te hacen gracia?
Las caídas. De los demás, claro.

¿Cuándo decidiste que el humor era lo tuyo?
En realidad, no lo elegí. Como casi nadie elige a qué dedicarse. Llega un punto en que se combina que hay algo que se te da bien y que hay alguien que te pagaría por el resultado. Pero es un proceso en el que, por lo general, tú no tienes mucho pinchar ni cortar.

Si hablamos de humor en España, ¿de quién te encuentras más cercano?
De mis padres. Me río mucho en mi casa.

¿Y a nivel internacional?
No tengo padres en el extranjero.

¿Crees que la comedia está, en todos los sentidos, infravalorada?
Totalmente. Nunca le dan un Goya a una comedia, o a un actor que ha hecho una comedia. A la comedia se le permite entretener, pero los temas gordos se reservan para los dramones. A mí me da mucha rabia la expresión: bueno, bromas aparte… es como si dijeran: ahora SÍ puedes empezar a prestarme atención. Hasta ahora estaba SÓLO haciendo el payaso.

Y en España, ¿esa sensación no es aún mayor? ¿Que gente como Tip y Coll, Gila, Rafael Azcona o Eugenio, por ejemplo, deberían gozar de mayor reconocimiento?
Bueno. Creo que la comedia no siempre juega en las grandes ligas del respeto, pero sí los humoristas. Somos una gran cantera del humor. Siempre nos jactamos de que nos va guay en los deportes, pero ojalá computara en alguna parte la marabunta de humoristas que da este país. Se nos da muy bien hacer reír.

¿Qué importancia crees que tiene en el humor la improvisación (la réplica) y el guión?
El guión lo es todo. Quiero decir que con una tela barata jamás harás un traje exquisito. Ahora está muy de moda el término “improvisación”, pero en realidad en comedia los tiempos están medidos con mucho esmero, incluso cuando entras en imprevistos.

La técnica de la improvisación es otra cosa, es una manera específica de hacer teatro que también se estudia, y que no es echarse al tuntún a decir cualquier cosa. Tiene sus normas y sus porqués, y es una pena que se confunda con entrar en modo: “venga, a ver cómo estoy hoy de gracioso”. Eso no es un improvisador; es un gandul que no quiere ensayar.

Ana Morgade 02Cambiaste de registro cómico al pasar de “Buenafuente” a “Zapeando”, ¿te costó contener a la gamberra que llevas dentro?
Los horarios y los criterios de cada productora modifican el resultado, claro. No puedes hacer los mismos chistes en un bautizo que en una despedida de soltero. El contexto influye. Pero más allá de eso creo que tengo un modo particular de decir idioteces que me caracteriza, y que se condensa justamente en «Morgadeces». Es mi particular forma de decir sandeces. Cien por cien mía. Mísima.

¿Crees que cada horario reclama un determinado tipo de humor? ¿Puede estar ahí la clave de que no acabara de funcionar “Las noticias de las dos”?
La clave de que no acabara de funcionar «Las noticias de las dos» es la audiencia. Que la gente no te vea suele acabar con los programas. Nos pusieron al mismo tiempo que «El hormiguero» y «El intermedio», dos buques de la tele contra nuestro barquito recién estrenado. En esa tesitura tan compleja naufragamos porque nadie necesitaba OTRO programa de humor y entretenimiento a esa hora, había para aburrir. Y fue una pena, porque con Silvia Abril y con David Fernández me lo pasaba en grande.

Acostumbrada en televisión (o en el teatro) a trabajar rodeada, salir sola al escenario en “Morgadeces” te infunde cierto respeto o es liberador?
Me infunde un respeto mortal. Puede que acabe sacando a alguien del público y sentándolo por el escenario, para hacer grupo. Cuatro o cinco. No harán ni dirán nada, que no se preocupe la gente; solo para hacer calor, que no se me vea tan sola ahí en medio.

¿Dónde buscas y encuentras la inspiración para los monólogos de tu espectáculo?
Me inspiro sobre todo en la Biblia, en los carteles del metro (no en todos, no en todos) y en las instrucciones del omeprazol. No pienso contar NADA en lo que no crea firmemente. Si te gusta lo que hago, te gustará lo que digo. Piensa que con todo lo que hablo, puedo garantizar un 85% de texto más que otros humoristas. Y por el mismo precio!