César Campoy y Juan Puchades son valencianos, periodistas y auténticas enciclopedias musicales. Juntos han escrito Los 100 mejores discos del rock español de los 60 y los 70, editado por Efe Eme. Un libro, tan necesario como instructivo, que selecciona los LP’s más destacados, según su criterio, de ambas décadas.
De Los Llopis a Topo pasando por Los Brincos, Los Bravos, Los Salvajes, Los Faros, Miguel Ríos, Smash, Módulos, Tara, Cecilia, Solera, Vainica Doble, Nuevos Horizontes & José y Manuel, El Luis, El Eructo del Bisonte, Gato Pérez o Tequila. Con una representación valenciana compuesta por nueve trabajos (Los Huracanes, Los Pepes, Bruno Lomas, Pep Laguarda…), una bola extra a la mayor gloria de La leyenda del tiempo de Camarón y un apéndice donde añaden otros 55 discos e incluso 20 más protagonizados por pioneros.
Más de 250 páginas, repletas de información, en las que zambullirse, disfrutar, recordar, descubrir, aprender o recuperar no solo discos, o canciones, sino también grupos, músicos, artistas, productores, sellos discográficos…Una historia reivindicativa de la música rock española de los 60 y los 70 en toda regla.
Quedamos con César y con Juan en una terraza del bar Patraix, en plena plaza del barrio del mismo nombre, para hablar sobre el libro, con el permiso del campanario de la iglesia.
¿Cómo surge la idea del libro?
César Campoy: Si no me equivoco, estábamos un día hablando y Juan me comentó si me gustaría hacer un libro sobre los 60 españoles. Yo, por entonces, iba súper liado, y no sé si le dije que podría ser algo sobre los mejores discos de los 60 y le pareció interesante. Pero, luego, hice una primera lista y no llegaban a 100 y ya era muy forzada. Entonces creo que él me contestó que por qué no lo ampliábamos a los 70.
Juan Puchades: Y ahí ya fue un poco cuando surgió el hacerlo entre los dos. Nos reunimos y también acotamos que fuera rock. Así como en otros libros meten un poco de todo, lo que nos parecía era que había llegado el momento de poner en valor mucha más obra de la que se ha puesto hasta ahora en este tipo de listados. Rock y dos décadas que además son las esenciales, la de los 60 porque son los pioneros y se empieza a gestar todo, y la de los 70, porque en gran medida son pioneros también, están como reinventando lo que hicieron los otros, están peleándose por los nuevos sonidos… que a lo mejor para mucha gente escuchar hoy el progresivo es una experiencia un poco árida, pero aquello era el underground, eran los indies del momento, había sellos independientes, que estos no nacieron con Dro y con Gasa, ya había tropecientos sellos que hemos olvidado, que es cierto que sacaron pocas referencias en la mayor parte de los casos o no sucedió nada o con mucha rapidez fueron absorbidos por el sello mayor que los distribuía, como el caso de Explosión, de Alain Milhaud.
César: Incluso, ahora que dices lo de Milhaud, había también sellos importantes que sacaban subsellos, el caso más conocidos es el de Novola de Zafiro, pero Milhaud, por ejemplo, hizo mucho eso. Él podía estar relacionándose con compañías importantes, y como podía permitírselo tenía tres o cuatro sellitos de estos independientes que sacaba marcianadas y eso propició que muchos grupos que no se hubieran comido nada pudieran publicar sus discos.
Aunque ambos participáis en los textos de los discos de las dos décadas, César tú tienes más presencia en los de los 60 y tú, Juan, en la de los 70 ¿Negociastéis los discos que entraban?
César: Negociamos muchísimo. Es verdad que no había tantos discos en los 60 porque al establecer que fueran Lp’s se quedaron fuera grupos que habían podido publicar un EP simplemente. En los 60 hay, también, mucho recopilatorio y establecer el criterio de que fueran álbumes nos ayudó a recortar muchísimo. No sería, por ejemplo, lo mismo si planteáramos los 80 y los 90, las opciones que podríamos tener ahí sería casi infinitas. Juan, en los setenta españoles, y también en otras décadas, pero en los setenta es muy muy muy entendido. De hecho, algunos de los discos que proponía a mí ni se me habían pasado por la cabeza. Coincidimos en que Juan está mucho más especializado en los 70 y yo más o menos en los 60, pero sí que es verdad que también decidimos que no fuera algo tan separado.
Juan: César conoce los 60 con una profundidad como muy poca gente en España. Se lo sabe todo. En ese sentido, él fue guiando los discos de esa década, yo tenía poco que discutirle. Bueno, sí, con Los Brincos, que quería meter todos los discos (ríen).
César: Los metí, de hecho, en el listado que le pasé. Nos pasábamos notitas sobre ellos, y yo dejé la anotación de que sabía que no podían entrar los cuatro discos, pero por si colaba…
Juan: Negociamos mucho la verdad.
César: Pero lo llevamos súper bien, no hubo ningún problema. Hemos debatido y discutido, pero hemos sido muy generosos entre nosotros.
Juan: Y los debates eran, sobre todo, sobre los propios discos. Había una serie de álbumes que tenían que entrar. Y otros que podían despertar dudas. Negociamos, pero sin grandes discusiones, sin que uno u otro se empeñara en que algún disco tenía que estar sí o sí. De ahí también que el libro fuera entre dos, porque en una selección como esta y más de algo como es el rock español, pensamos que era mejor hacerlo a cuatro manos para que el criterio fuera más amplio. Era preferible sumar opiniones. Te garantizaba el que no te estuvieras equivocando, o no demasiado.
César: Y que el otro te bajara a la tierra porque es verdad que cuando lo hace uno solo se emociona y sobre todo interviene mucho el tema sentimental. Piensas, eres consciente de que igual este disco no debería estar, pero es que… y entonces era cuando el otro equilibraba el asunto. En ese sentido, se agradece muchísimo trabajar así porque sabes que lo que va a salir, desde el momento que hay otra persona que sabe mucho de música y que está de acuerdo contigo o que te va dando anotaciones, es realmente interesante.
Juan: Y como dice César, no te estás dejando llevar por el aspecto meramente sentimental, que con la música siempre está muy presente.
El libro reivindica el rock español de aquellos años, los músicos, los sellos, productores…
Juan: Sí, quiere poner en valor aquel tiempo, lo mejor, que en gran medida ha quedado olvidado. Si hablamos con compañeros más jóvenes que nosotros de pop español, se van a remitir a los 80 como lugar más lejano. Con suerte te van a mencionar a El Dúo Dinámico y Los Brincos, o el «Black is Black» de Los Bravos. En ese sentido queríamos que el libro sí, sirviera de reivindicación de aquel periodo, de ahí el no hacer los 100 mejores discos del rock español en general. Y, además, dejábamos fuera el pop, los cantautores…
César: Aunque es verdad que hemos sido bastante abiertos buscando que tampoco fuera el clásico listado…
Juan: Sí, pero no está, por ejemplo, Paco Ibáñez en el Olympia. El cantautor más evidente que aparece sería Pi de la Serra, pero con su disco más loco y más absolutamente marciano, Disc-conforme (1971), que claramente es un disco de rock. O el primero de Cecilia, que una cara es más rock que la otra, pero a partir del segundo ya se nos iba a la canción de autor. Hemos intentado tener un criterio amplio, pero sin salirnos del rock.
César: Y sobre lo que decías de reivindicarles, totalmente de acuerdo. Es una generación muy minusvalorada, cuando es gente que se fue a buscarse las habichuelas sin nada a Alemania, a Londres, con una mano delante y con una guitarra detrás. Gente que se buscaba la vida, que no tenía nada y quería ser músico y por sus narices acabaron siéndolo. Otra cosa es lo que pudieran grabar a partir de las directrices de las compañías, pero la mayoría de esos artistas tenían una cultura musical importante, estaban al día y trataban que lo de fuera, con todas las limitaciones que existían, se hiciera aquí, aunque no tuviera repercusión. Eran músicos que hacían buena música. No todo era «Si yo tuviera una escoba», por poner un ejemplo, y mira que a mí me gustan Los Sírex, y de hecho ellos también hicieron canciones súper cañeras. Que no estamos hablando de cuatro abueletes, eran rockeros y en esa época eran transgresores a los que insultaban por la calle.
Juan: No hay que olvidar que aquí había una dictadura.
César: Recuerdo cuando entrevisté a Josep Vercher, uno de los componentes de Los Cheyennes, que eran lo más punk que te podías tirar a la cara, que me dijo que él iba con una cadena en el bolsillo para defenderse porque le querían pegar. Iba por la calle o subía al tranvía y la gente le gritaba cosas. O entraba en un bar y no le servían. De hecho acabó contratando al campeón de España de boxeo de guardaespaldas.
Juan: Pura rockofobia.
César: Hubo gente que lo pasó muy mal.
Juan: Y es muy importante eso que ha apuntado César, de que había gente que estaba muy al tanto de lo que se hacía fuera. Las nuevas tendencias fueron llegando a España inmediatamente. Es que todo no empezó en los 80. Aquí ya había modernidad en aquel momento. Quizá en los 70 se tuvieron que tirar hacia el underground porque la cosa se puso muy complicada porque la mayoría de cantantes de los 60 se tuvieron que hacer solistas melódicos. Pero a partir del 69 empezó a surgir el undergorund. Y es algo que se reivindica poco, ahora parece que más el de Sevilla y no tanto el de Barcelona, que fue absolutamente esencial para el rock español.
El libro se puede leer como si fuera una obra de consulta, sin necesidad de seguir un orden y buscando por separado los discos que te interesen. Pero hay una segunda lectura, mucho más interesante, si se hace de manera continua, que permite trazar una historia del rock español de los 60 y 70, porque vais contando no solo el panorama en aquel momento (pone en perspectiva la estupenda cantidad de grupos que existieron), sino cómo fue evolucionando la escena, los grupos, los sellos… ¿Hubo alguna intención de que fuera así cuando planificasteis el libro?
Juan: Yo no me di cuenta hasta las correcciones. Recuerdo que le comenté a César que el libro era una historia del rock español de esos años si lo leías de tirón y está feo que lo diga yo, pero seguramente hay pocos libros que de una manera tan clara permitan visualizar cómo es la historia del rock español en esas dos décadas. Meternos en los ochenta sería un tinglado extremadamente complicado. Esa lectura seguida te cuenta una historia, vas entendiendo cómo se van produciendo las cosas, cómo llega la psicodelia, cómo llega el soul…
César: Te das cuenta que aquellos músicos solían estar muy atentos a todo lo que pasaba fuera de España y sus discografías iban evolucionando de manera bastante clara como le ocurría a cualquier otro grupo como podrían ser The Beatles por citar alguno. En cuatro años lo que había hecho un grupo no tenía nada que ver con lo que estaba haciendo en ese momento. Y eso no pasa hoy en día. Los hay que triunfan ahora a nivel de festivales de toda España que llevan años sacando el mismo disco.
Juan: Incluso hay 6 ó 7 grupos de esos de ahora que se podrían intercambiar entre sí sus discos y no pasaría nada (ríe).
César: Y nadie les dice que son carrozas por seguir haciendo la misma música que hacían cuando tenían 20 años. Pero luego, cuando Juan Pardo empieza a hacer música en solitario sí se le dice, y tenía treinta y pocos años. Cuando Los Sírex y otros grupos volvieron en los 80 no tenían ni 40 años y la gente se reía y les decía carrocillas.
Son músicos que, además, asumen pronto otras responsabilidades en las compañías o en las producciones en los estudios.
César: Esa evolución es la evolución de una industria que, en un principio, evidentemente está en pañales y es bastante arcaica. Y conforme va progresando, en aquellos primeros sellos de principios y mediados de los 60 comandados por gente mayor que hasta ese momento estaba sacando una música muy tradicional o popular o folclórica o música ligera, se produce un relevo porque se dan cuenta que hay una explosión musical nueva. Entonces lo que hacen es contar con la gente de esa generación y por eso músicos que podían venir de Los Estudiantes, de Los Pekenikes, de Los Pasos, que eran músicos muy jóvenes se convierten en directores artísticos de sellos discográficos. Joaquín Torres, de Los Pasos, entró en Movieplay de director artístico y tendría 2o ó 21 años, pero claro, había actuado en las matinales del Price con 15. Ya tenía una experiencia. Se va poniendo en pie una industria, poco a poco, que pega un salto grande con Los Brincos y a partir de ahí es la construcción de una industria que tendía hacia la modernidad.
Algo de lo que no se suele hablar mucho, y está presente en el libro, es la intención de los grupos por triunfar fuera de España.
Juan: Así es, es algo significativo y a lo que nunca se le ha hecho mucho caso. Unos lo consiguieron y otros no. Hay quienes, incluso, lo intentaron desde el primer momento como Los Brincos que empiezan a grabar en castellano, en inglés y en italiano, y otros temas también los trasladan al francés, porque su intención era triunfar fuera. En este sentido hay dos tipos que me maravillan muchísimo, Alain Milhaud y Rafael Trabucchelli. En plena dictadura, un francés, que se movía en la clásica, y un italiano, se vienen a España a producir éxitos que exportar al mundo, que igual para ellos hubiera sido más fácil hacerlo en sus países. Y Milhaud lo consiguió con el «Black is Black» o con los Pop-Tops.
César: Y en el caso de Los Bravos no fue a más porque estaba Mike Kennedy que era un bala perdida.
Juan: Otra figura a destacar, en ese sentido, sería Fernando Arbex, obsesionado también con triunfar fuera y que lo consigue varias veces. Ahí están Barrabás, absolutamente olvidados hoy en día, cuando lo suyo fue un pelotazo de mucha calidad que tuvo éxito en medio planeta.
César: Arbex era el puto amo, produjo a mucha gente, aquí, en Europa… tuvo muchísimos número uno. Micky, con el que estoy hablando últimamente porque estoy preparando una entrevista, me recordaba anécdotas increíbles de viajar a las oficinas de RCA en Nueva York y allí a Arbex lo recibían a lo grande. Y es una pena que eso no se sepa. En la mayoría de los países civilizados todo el mundo tiene una cultura mínima de de lo que es el rock, y se respeta a los artistas, no les consideren unos carcamales incluso si han acabado siéndolo, siempre reivindican lo que hicieron. Y aquí toda esta gente está olvidada.
Sin ir más lejos, el propio Micky, que es un rockero que con 81 años se sigue subiendo al escenario con una banda con músicos de Los Imposibles o de The Stupid Baboons, y que graba con Jorge Explosión. Lo ves encima del escenario y es tremendo. La gente se acuerda de «Enséñame a cantar», «El chico de la armónica», «Bye, Bye Fraulein», de los vídeos de Lazarov, pero si te escuchas sus discos compruebas que tiene unas letras increíbles que hablan de todo, hasta de un chute de heroína, pero nadie se lo imagina porque a nivel masivo, a nivel televisivo, es Micky el gracioso con el ukelele, no sé… fue una generación que hicieron cosas súper interesantes.
Juan: Lo digo en el libro, si Brian Wilson escuchara a Juan y Junior fliparía en colores.
De hecho, Juan, tú llegas a afirmar que Los Brincos podían tutearse en lo musical con los Beatles.
Juan: Sí. Es que era así. No es ninguna exageración.
Ese silencio generalizado hacia el rock español de los 60 y los 70 no está tan presente en otras disciplinas artísticas como el cine o la literatura, donde siempre se han destacado algunos nombres.
Juan: La culpa es de nuestro gremio. Anglofilia militante
César: Exacto, tú lo dices, hay un problema que no ocurre con las otras artes. Reivindicas a Picasso y nadie te va a decir, otra vez estás con Picasso. Puedes reivindicar literatura de los 60, pero la música… siempre ha sido la hermana pequeña y la hermana bastarda de la cultura, en parte por lo que dice Juan de la crítica, y luego también porque muchas generaciones de músicos consideran que todo eso es carca, aunque sería injusto no decir que también hay quien lo reivindica.
Juan: Está mal decirlo porque son nuestros compañeros y maestros, pero hay un corte generacional a finales de los 70 en la crítica musical. Aparecen nuevos críticos con la explosión del punk y de la new wave que desprecian por completo lo que se hace en España, lo que se había hecho antes y lo que se hace en aquellos momentos, hablo de 1976, 1977, 1978, sufren de anglofilia galopante, tal cual. Y eso genera que los aficionados que hoy tienen entre 50 y 70 años se hayan educado con esa concepción de que lo español no molaba. Sí que hubo una parte que vivió los años 80, la nueva ola, la movida, que sí que entendió que podía haber rock en español, otros ni eso lo aceptan. Aquella ruptura con el pasado provocó que 40 años después, los 60 y 70 hayan quedado sepultados. Y con los 80 va a empezar a pasar lo mismo, ya van quedando solo algunos nombres. ¿Quién se acuerda de Alphaville? ¿O de Esclarecidos más allá de «Arponera» ?
César: Con los 80 pasa una cosa muy curiosa. Hay grupos ahora muy jóvenes que están haciendo música de los 80, pero no reivindican a los grupos españoles de aquella década o de finales de los 70 que hicieren lo que ellos hacen ahora y que en su momento sí era novedoso.
Juan: Y transgresor.
César: Creo que es algo muy cultural de aquí, en Reino Unido o Francia no pasa, por supuesto. En Francia hubo un funeral de estado cuando murió Johnny Hallyday. En España somos muy crueles analizando las carreras de la gente.
Juan: Hoy Miguel Ríos, más o menos, es una institución. Pero en el 78, en el 82 ni te cuento, en el 84, en el 85… se le atacaba de una manera absolutamente salvaje. En el libro lo contamos, se le tachaba de mesiánico, demagogo… ¿Por qué? Porque éramos así.
César: Y seguimos siendo así. Si algo tienen en común la práctica totalidad de los grupos y los artistas que aparecen en este libro es que arriesgaron. Que algunos, en otra época posterior de su carrera pudieran haberse relajado vale, pero la mayoría de estos discos son discos arriesgados. Formula V, por ejemplo, estaban en una zona de confort, pero no querían que solo se les conociera como un grupo chicle y sacaron ¡Adelante!. O El Dúo Dinámico que, pese a todo lo que consideremos, claro que arriesgó en su momento y a nivel musical no solo de letras. O Smash, Máquina, Eduardo Bort… hacían unas barbaridades que no sé si actualmente podríamos ver ese grado de riesgo. Era gente que vivía en otra época y tenía otra mentalidad, tenían menos seguridad en ese sentido y para ellos viajar a Londres una vez al año era lo más y lo aprovechaban para empaparse de todo. Deberíamos ser un poquito más rigurosos y analizar todo con más objetividad.
No ayuda a cambiar esa sensación que en programas como Cachitos de hierro y cromo siga perdurando eso que comentáis, con chistes sobre las pintas de los músicos y demás.
Juan: A mí, Cachitos, me parece una vergüenza. Utilizar el archivo de RTVE…
César: ¡Y menudo archivo!
Juan: Utilizarlo para hacer chistes.
César: La gracieta. Es increíble cómo tratan a algunos músicos, por ejemplo a Juan Pardo. Puedes decir que a principios de los ochenta, hizo lo que hizo, «Bravo por la música», «Caballo de batalla»… lo que quieras. Él tenía sus razones para hacer esa música. Pero, ¿por qué te olvidas de Juan Pardo desde el principio, desde Los Pekenikes, de todo lo que hizo con Los Brincos que es una revolución, o luego con Juan y Junior, y lo que hace en solitario? Reivindicamos mucho sus tres discos ingleses, era como un Cat Stevens y todo eso no se recuerda. De hecho son discos muy difíciles de encontrar que no se han reeditado. ¿Por qué no te acuerdas de todo eso? O de que él, como Arbex, produjo a muchísima gente, no, solo te acuerdas de esa otra parte. Y, ojo, que esto no es un ejercicio tampoco de nostalgia.
Juan: Para nada. El primer Lp de Los Pekenikes lo escuchas hoy y es pura modernidad y vanguardia. Los Relámpagos lo mismo. Se hizo música buenísima y los aficionados no la conocen, pero es que tampoco muchos críticos. Todo por esa especie de desprecio que ha habido, primero porque formaba parte de la música de sus padres o de sus hermanos mayores, y segundo porque era española. Una cosa demencial que no acabo de entender. Es lo que decías antes, no pasa con otras disciplinas artísticas. El cine de Berlanga, o de Bardem, son reivindicados, pero en la música no se han reivindicado aquellos años, es una cosa tremenda. Somos un país un pelín raro.
César: Igual que Viridiana (Luis Buñuel, 1961) es considerada una obra de arte, una canción, por ejemplo, de Los Salvajes como «Es la edad», que en la letra dice «Cabellos cortos, largos, ¿qué más da? / la inteligencia se mide por algo más» también lo es. En aquellos años, cuando decías eso eras un transgresor del copón, ¿por qué eso no se reivindica? O Lone Star, que eran el cinema vérité, sus letras son el realismo de la Barcelona de la época, eso también es arte. ¿Por qué no se tiene en cuenta que esa gente estaba haciendo algo como se estaba haciendo en el resto del mundo con la diferencia de que aquí había una dictadura?
Juan: Santiago Auserón, por ejemplo, sí ha reivindicado y recuperado a Lone Star, sobre todo su canción «Mi calle», la ha grabado e interpretado en directo. Manolo García reivindica a Los Módulos por la voz, las maneras y la forma de hacer de Pepe Robles. La gente no sabe que en gran medida en Los Módulos hay una semilla de lo que sería Triana. Pepe Robles se graba hoy sus discos en su estudio, se los autoedita y no tienen la menor repercusión. Y fue un absoluto renovador en su momento.
Han ido apareciendo nombres como Arbex, Trabuchelli, Milhaud, Robles… hay otros más que se repiten a lo largo del libros como José Luis de Carlos o Teddy Bautista, pero por encima de todos ellos sobresale el nombre de Maryní Callejo.
César: Cualquier persona que conozca la industria de la música de aquí te dirá que Maryní Callejo es una de las productoras más importantes que ha dado la música española en toda su historia. Estuvo trabajando desde los 60 hasta principios de los 90. Era una señora que podía producir a Enrique y Ana y luego a Mari Trini. Ella empezó en un grupo, Los Brujos, y enseguida se puso a producir y arreglar canciones. Era considerada el quinto brinco, de hecho muchos de los pianos que suenan en sus discos son suyos. Y en muchas grabaciones de la época se escuchan sus coros o sus teclados. ¿Por qué no se le conoce? Por lo mismo que estábamos diciendo.
Juan: Con Maryní también pasó que era muy refractaria al foco.
César: Y sigue siéndolo. Yo llevo muchos años y muchas intentonas detrás de ella para entrevistarla y es una señora que no quiere hablar. Debe de tener ochenta y pico años y hablando con gente que trabajó con ella todos coinciden en que es una señora muy seria, muy estricta…para ser productora con 20 años como lo fue tenía que tener una personalidad muy marcada. He encontrado alguna entrevista de los 90, o dos preguntas en un programa de José Luis Moreno porque salía tocando el piano con Mari Trini, pero que no aportaban nada.
José Miguel López empezó a recuperar en Discópolis, en Radio 3, actuaciones del archivo de RTVE, y hay una actuación en directo de Fórmula V, que es otro grupo que reivindico mucho y aparecen en el libro, acompañados de Maryní Callejo, José Luis Armenteros y Pablo Herrero. Eran productores, pero eran productores que estaban muy muy en contacto con los grupos, porque la mayoría los habían conocido y habían coincidido con ellos y tenían la misma edad.
Juan: El extraño disco de Tara, que también está incluido en el libro, lo produce ella y además dirige la orquesta y está metida en la banda como pianista.
César: Esta mujer tiene una película, una serie. Esta señora se abrió paso de una manera increíble.
No aparecen muchas mujeres en el libro. La primera es Jeanette con Pic-Nic.
Juan: Sí, es verdad, había muy pocas mujeres que se dedicaran al rock.
César: Pic-Nic también hacían cosas muy adelantadas a su tiempo.Y Jeannette sigue siendo, hoy en día, muy comprometida. Muchos de esos grupos de aquella época eran de clase media o media alta, y en el caso de las mujeres todas habían tenido una buena educación, posibilidad de vivir fuera de España, como le pasó a Cecilia o a la propia Jeannette y por eso hacen lo que hacen. Cuando llegó aquí desde Estados Unidos con 16 años ya tenía un bagaje. Es gente muy abierta.
La primera rockera española fue Mimo, fue de las primeras personas, no solo de las primeras mujeres que también, en hacer rock and roll en España y con canciones propias. Pero sus padres no le dejaban dedicarse a ello y se acabó casando y lo dejó.
Juan: Una que me fastidió mucho que no apareciera en el libro es Shelly y Nueva Generación, una vocalista impresionante y la banda era formidable, pero no grabaron LP, son tres singles.
César: Hay un par de actuaciones en TVE que se pueden ver y era un rollo soulero…
Juan: ¡Brutal!
Decís que abordar un libro así sobre los 80 sería poco menos que una locura, pero a través de algunos discos de finales de los 70 que recogéis sí se puede, al menos, entender de alguna manera lo que vino después.
Juan: Sí, totalmente. Por ejemplo Tequila. Su caso es muy paradigmático. Con el primer disco todo fueron buenas críticas, pero empezaron a tener un éxito brutal y los defenestraron como grupo para niñas. Años después a raíz del éxito de Los Rodríguez se les reivindicó y hoy son un grupo absolutamente incuestionable. Tequila, por lo que decías, fue un grupo esencial para el rock español, por lo que hacen en el 78 y sobre todo a partir del 79… la nueva ola le debe mucho a ellos.
Otro grupo importante, aunque luego no fueran influencia para nadie, fueron Cucharada. Gente que hacía barbaridades musicales que hoy serían imposibles de hacer, como La Orquesta Mondragón. Su primer disco es modernísimo si lo sitúas en su tiempo con su componente satírico humorístico, salvaje, de algunas de aquellas letras. Era una gente que estaba abriendo la puerta a lo que pasó después. Yo que reivindico los 80, porque además son mi tiempo, una explosión que de la que fui testigo, no me olvido de estos grupos que fueron el eslabón previo de la cadena.
Ramoncín también fue una figura clave para lo que vino después. Su actuación una noche en TVE cantando «Marica de terciopelo», vestido de blanco, con un rombo en un ojo, unas gafas negras, creo que en un programa de Mercedes Milá, fue impactante, se colapsó la centralita de TVE.
Los dos sois, como debería ser todo el mundo, bastante obsesivos del dato. A lo largo del libro hay varias muestras de ello, destacando cuando tú, Juan, en el capítulo dedicado al disco Rock encouter, de Sabicas with Joe Beck, desmontas una información falsa sobre su año de grabación dada por real durante mucho tiempo.
Juan: Ahí le pasé un boceto del texto a César por si se me había ido mucho la cabeza (ríe). Es un disco que tenía que estar aunque no es español, pero es la piedra fundacional del rock andaluz. Como dices, tanto César como yo somos muy enfermos del dato, de contrastarlo y no equivocarte. Y a la hora de ponerme a escribir sobre el disco y a documentarme empecé a ver que algo no me cuadraba. Me pasé todo un fin de semana buscando bases de datos extranjeras. Encontré una con todos los lanzamientos de Polydor de aquellos años. Y allí solo había una referencia de este disco de 1970 y no de 1966 como se creía. Me puse a buscar y a ver fotos de galletas de las ediciones de fuera y me di cuenta de que algo fallaba. Y de que a un dato al que se le ha dado una importancia absoluta es una errata sin más. Eso sí, cómo es posible que Joe Beck en la reedición que hace del disco, que la coordina él en cd, que es en la que se da ese dato erróneo, no explicara en el texto del libreto esa supuesta historia misteriosa que había perdurado durante años de que lo grabaron en 1966 y no se reeditó hasta 1970 porque no quedaron satisfechos del resultado. Una cosa tan importante cómo es que no la está contando… pues porque no pasó en realidad. El disco se grabó y se publicó en 1970. Si es que se llegó a decir que no se había editado en España, que circulaba de mano en mano como un secreto. Te vas a todocoleccion y te aparece con título en castellano y depósito legal. Me parecía importante acabar con algo que era una leyenda y no podía liquidar el asunto en dos líneas.
¿Es intencionado que haya cierta descentralización y aparezcan grupos como los mallorquines Los Z-66, los vascos Itoiz, el gallego Bibiano, los tinerfeños El Eructo del Bisonte, los valencianos…
Juan: Sí, lo que entendimos desde el primer momento es que el rock español es todo aquel que se hizo en España. Había un caso muy claro que era el rock cantado en catalán que había una barbaridad y tenía que estar presente. Quisimos que fuera así y hubo trabajo porque en esos años no había tantos discos de rock en gallego o euskera.
César: A El Eructo del Bisonte no lo encontrarás en muchas listas.
Juan: Ha sorprendido mucho. Por cierto, que fue el último disco en entrar en el libro.
César: Hay un acto de justicia en descentralizar. Abrimos mucho la mente y nos esforzamos para que apareciera gente de todos los lados y nos la vimos y nos las deseamos. Por otro lado, teníamos muy claro que nos íbamos a encontrar con que se nos dijera que hay mucho disco valenciano. Pero no hay tanto. ¿9 de 100 de verdad es mucho? Y que alguien le ponga alguna pega a cualquiera de los nueve discos.
Juan: Teníamos deberes por las noches, discos para escuchar. Una parte del libro estaba muy clara, discos incuestionables. Pero luego había otros que tuvimos que ponernos en serio a escuchar y a buscar y a decir este o este, escúchate este y me dices.
César: Tratamos de que no fuera el clásico listado, sin desmerecer ningún listado, pero añadir un extra, que está claro que siempre se le puede poner pegas porque falte uno u otro, pero los que hemos elegido tenían que estar. Hay quien puede preguntarnos por qué entran Los Chorbos o El Luis, por poner dos ejemplos, pero es que tiene más rock and roll que un grupo que se pueda considerar rock, por lo que hacen y por lo que supone.
Juan: Ellos, y también Las Grecas, producciones todas de José Luis de Carlos, forman parte de un tiempo. A lo mejor si nos hubiéramos metido en los 80, hubiera entrado Vagando por ahí, de Los Chunguitos, porque es rock. El Luis es rock, Los Chorbos es rock con soul y Sonido Filadelfia y Las Grecas son Jimi Hendrix en algunos momentos, ¡las salvajadas que se escuchan en ese primer disco! Y a la vez pocos discos hay que tengan esa esencia, tan netamente nuestra española, que eso también es importante y lo poníamos en valor en muchas ocasiones. El puro mimetismo si te da una obra maestra pues te la da, no lo vamos a discutir, pero si hay un ingrediente netamente local y no solamente reflejo de la música anglosajona, eso es valor añadido.
César: Y curiosamente es algo que no se ve bien en algunos casos de los 60. El hecho de que el rock instrumental anglosajón tirará de su folklore se veía bien. A alguien de Albacete le podían gustar The Shadows, perfecto, pues escúchate a Los Pekenikes las obras que se curraron que en un principio sí, podrían hacer las mismas canciones que los Shadows con Cliff Richard, pero llega un momento en que deciden seguir el mismo patrón que ellos pero aquí y cogen «Los cuatro muleros» y lo hacen suyo. Los Relámpagos, por poner otro ejemplo, tienen unos discos que repasan la historia de España a través de la música. Y vuelvo a lo mismo, eso es transgresor en la época. Hay muchos ejemplos, Los Cheyennes con «Válgame la Macarena», que le metieron rollo garagero y le dieron la vuelta. A mí eso me parece más original que, por ejemplo, solo hacer beat.
Juan: Remigi Palmero con un tono vocal en alguna canción parece un cant d’albaes, que si eres de Murcia o de Madrid y no lo sabes, no te enteras, pero nosotros sí lo reconocemos. Es un valor añadido, se está construyendo algo diferente que busca un componente cultural distinto. Pero la sensación es que si suenas como los Smiths molas más.
Como decías, César, en el libro se incluyen nueve discos valencianos (Los Huracanes, Los Pepes, Bruno Lomas, Modificación, Eduardo Bort, Pep Laguarda, Cotó-en-Pèl, Mediterráneo y Remigi Palmero).
Juan: Hay, por ejemplo, más andaluces y catalanes. E incluso, ha habido alguien que nos ha afeado la conducta.
César: En alguna crítica dicen que tiramos mucho para la tierra. En el libro sobre todo hay madrileños, es verdad que había mucha industria allí, pero es que aquí también se hicieron muchas cosas
Juan: En orden serían madrileños primeros, barceloneses más que catalanes segundos, andaluces y valencianos. Pero, por ejemplo, no hay ninguno de Aragón. Si hubiéramos hecho un libro de los años 80 seguro que hubiera entrado alguno.
César: Y tratamos que lo hubiera si hubiera valido la pena y si lo hubiera habido en ese sentido. De hecho está Rocky Kan en el listado de pioneros, porque fue un pionero del rock and roll en España y era de Zaragoza.
Juan: Hay un momento mágico con el rock valenciano que va del disco de Pep Laguarda (Brossa d’ahir) al Cambrers de Bustamante, del 78 al 81. Esos dos y Humitat relativa (1979), de Palmero tuvieron una cierta repercusión, en su momento, en Radio 3 esencialmente, en los programas de Juan de Pablos, Ordovás o Manrique y en revistas especializadas como Vibraciones, pero no trascendieron ni en València. Entonces es como un periodo un tanto desconocido, era digamos nuestro underground de los últimos 70 que se le llamó rock mediterráneo, una etiqueta que luego se lleva más hacia arriba, pero que se inventó para los de aquí. Conocemos el rock andaluz, pero no conocemos este o solo lo conocemos nosotros. ¿Teníamos que dejarlo fuera por ese desconocimiento? No. Y si el libro hubiera alcanzado el 81 te aseguro que entraba el de Bustamante.
Con el de Cotó-en-Pèl sí que es verdad que empezamos a tener ese miedo de si nos iban a decir que lo incluíamos por ser de aquí. Porque no es un disco muy conocido fuera, aunque curiosamente se reeditó en Japón, donde el disco se cotizaba a unas cifras brutales, ahora mismo no lo sé, pero en su momento se pagaban cantidades astronómicas por el vinilo y en España no lo conoce mucha gente.
César: Eso le pasó también a Eduardo Bort. Hasta que se murió aquí no lo conocía casi nadie y él seguía yendo a actuar a Japón y todos los coleccionistas de todo el mundo lo tienen como uno de los discos más importantes del rock progresivo de toda Europa. Realmente todo lo que reivindicamos valenciano es que tiene que estar.
Como Los Huracanes, un grupo de aquí que lo ficha la EMI; se codea con la crème de la crème; venían de ser pionero del rock and roll español, Víctor Ortiz con Los Pantalones Azules y Pascual Olivas con Los Milos y Los Top-Son; y sacaron un LP entero con canciones propias que eso en ese momento, 1966, lo digo siempre, lo habían hecho Los Brincos y pocos grupos más, Los Pepes entre ellos. Y cómo suena, rock and roll, garage… si eso no tenía que estar en el libro…No hay ninguno valenciano o no, metido con calzador.
Son 101 discos, además del listado final, pero en realidad son muchos más de los que se hablan, porque a lo largo de cada capítulo se mencionan trabajos anteriores, posteriores, de referencia. Incluso algunos son citados con una frase, como el primero de Lolita cuando Juan habla de José Luis de Carlos. Para el lector es una inmensidad en la que sumergirse, disfrutar y descubrir, no sé si también para vosotros fue un esfuerzo tan grande.
César: Hay una intención de que la gente, además de los discos que aparecen en cada capítulo, se escuche también los otros que citamos, porque valen mucho la pena. No están entre los 100 pero son muy buenos.
Juan: César y yo no somos fundamentalistas del rock. Es un libro de rock y, seguramente, si mañana nos pusiéramos hacer los 100 discos pop de los 60 y 70 también nos lo pasaríamos muy bien. Es que tenemos muy pocos prejuicios y eso es una ventaja. Mencionabas el primer disco de Lolita y es que es un disco muy bueno. Y así tantos y tantos discos. Si es que en realidad es música y se trata de disfrutarla y puedes estar escuchando a Los Chorbos y luego ponerte a Nick Drake.