Gener lo tenían todo (canciones, directo, personalidad, buenas críticas…) para no haberlos tenido que enterrar con solo cuatro discos. El último, primero en castellano, posiblemente el mejor de su carrera, Esto no es un disco de Gener (27 Ladridos, 2021), nunca sonará encima de un escenario. El pasado mes de marzo, después de un amago anterior, anunciaron que lo dejaban.
El temps del llop (Mésdemil, 2014) fue el primer álbum que apareció firmado por Gener. Carles Chiner se encargó prácticamente de todo, no había banda como tal. El proyecto, nos contaba entonces, surgió principalmente por dos factores, «el peso de mi cartilla de parado de larga duración y la necesidad de hacer de la música algo más que un pasatiempo». Eran once canciones en las que combinaba la aridez del folk de raíces americanas con la multisonoridad del Mediterráneo, propulsadas por el enérgico tono de su voz.
Oh, germanes! (Mésdemil, 2016) fue el big bang de Gener. El blues de su primer trabajo daba paso «al soul y la psicodelia pop». La producción expansiva de Paco Loco lo catapultó hacia el baile vitalista. Este sí era el álbum de un grupo y se notaba, como nos dijo el propio Chiner en una entrevista, supuso «sacarnos la espina de no haber podido grabar juntos el primer disco y hacer un segundo como una banda».
Cante el cos elèctric (RiuSec, 2018) fue otro importante paso hacia adelante. Misma formación (Carles Chiner, Enric Alepuz, Pasqual Rodrigo, Vicent Todolí y César Castillo), Paco Loco de nuevo a los mandos, idéntico afán por no ponerse límites sonoros y canciones que en directo triplicaban su tamaño y poder. El disco (aquí puedes leer a Chiner comentándolo canción a canción) apadrinado por Walt Whitman y Ray Bradbury, reflexionaba sobre la hiperconectividad que vivimos.
Y llegó Esto no es un disco de Gener, con el que la progresión discográfica del grupo subió unos cuantos escalones de un tirón. Grabado en los estudios Río Bravo, producido por Jorge Martí, mezclado por Luca Petricca y masterizado por Fred Kevorkian, el cuarto álbum de Gener abraza las canciones como si no hubieran pasado aún todos estos años. Todo es mejor, con lo que ello significa. Las composiciones, la voz, las letras, el sonido… Hay pop arrebatador y pop delicado, y soul de etiqueta, cumbia trotona, psicodelia ora musculosa ora onírica, (el síndrome de) Stendhal y Sorolla comparten estrofa, ¿Quién coño quiere vivir para siempre? se preguntan en un tema y cierran con un bolero con sabor de fin de fiesta. No sabían que era su testamento, pero no han podido dejar mejor recuerdo.
Gener ganaron en 2019 tres Premis Carles Santos (Mejor Disco, Mejor Disco Pop, Mejor Diseño). Els Jóvens lo hicieron un año antes (Mejor Disco, Mejor Canción, Artista revelación). Ninguno de los dos grupos existe. Igual lo que necesita la escena musical valenciana no son, precisamente, premios. Alguien debería darle una vuelta.