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La hiperactividad creativa de Néstor Mir no se detiene ante nada. Un músico en continua reinvención (como lo demostró con su último disco hasta la fecha, “La disolución doméstica”) al que le interesan todos los formatos posibles (canción, novela, obra de teatro) para contar historias.

¿Qué es y quienes son el Néstor Mir Quartet?
He apuntado a mis hijos a aprender música en la Sedajazz y pensé que sería bueno darle un giro al nombre de mi propuesta musical. En el último ensayo Carol y Pepe (chelo y violín, respectivamente) me aclararon que si el nombre era Nestor Mir Quartet, yo tenía que contarme como dentro del cuarteto así que posiblemente el nombre sea erróneo, porque sí contamos con Gilberto y Apa (que aún está claro que toque, tiene concierto de presentación el día anterior al concierto del Tulsa y a los Polonio les gusta quemar la ciudad después de una presentación de un disco como «Gran baile de música moderna»), pues somos cinco. Si Apa no llega a tiempo después del fiestón del viernes, entonces el nombre estará bien, pero de chiripa, vamos.

¿Es una formación para este concierto en concreto o piensas en ella como proyecto futuro?
Una vez tengamos claro si somos un cuarteto o un quinteto, quiero pensar en esta formación como una formación de futuro, esta vez he pillado la mayor cantidad de músicos posibles y un estilo musical lo suficientemente abierto como para poder tocar esté quien esté sin preocuparme si hoy falta este o el otro.
De hecho este concierto y mis siguientes conciertos se han pasado a llamar «La disolución doméstica de la conquista del oeste» (inicialmente se llamaba «Las cuitas de nmir.2014») porque va a ser un espectáculo multidisciplinario y multinivel, con mediometraje y música en directo, con una lectura dramatizada y música en directo, con una fotonovela en PowerPoint y música en directo, vamos algo comprendido entre un show de TV, una acción performática y un intento de creación escénica contemporánea.

Hace más de año y medio que se publicó el disco de «La disolución doméstica». ¿Cómo lo ves ahora con la perspectiva que da el tiempo?
Personalmente pienso que es un disco muy sólido y con mucha personalidad, no suena a nada de lo que escucho cuando voy a festivales o conciertos, donde todo suele ser bastante gregario. Eso no significa que sea bueno, significa que es particular. A mi me sigue gustando mucho y me gusta cantar esas canciones, ahora me gusta mucho más porque con «La disolución doméstica de la conquista del oeste», al haber varias propuestas musicales en una misma, es como más yo mismo, es decir, como músico no soy sólo el que escribió y compuso «La disolución doméstica», todo es mucho más complicado, y al poner las canciones de la disolución doméstica al lado de la composición para el medio metraje de «La conquista del Oeste» como que me siento más completo musicalmente, y esto hace que cada parte tome mayor valor, por el contraste y por la diferencia. A nivel comercial, «La disolución doméstica» fue un fracaso, pero también es verdad que en cuanto publiqué el disco estaba tan cansado que dejé de hacer conciertos y que en cierto modo con el concierto del día 13 empieza también
la gira de presentación de «La disolución doméstica».

Era un disco con unas letras muy costumbristas. ¿Te sigue interesando esa tendencia artística desde el punto de vista creativo?
No sé si estoy desacuerdo contigo con que sean letras costumbristas, a no ser que por costumbristas entiendas el realismo sucio que se esconde tras lo cotidiano. Es decir, «La disolución doméstica» a pesar del envoltorio que le dí, o quizás por ello, esconde historias, como decía mi madre en el teaser de presentación del disco, muy, muy tristes, y bastante oscurillas. Lo que pasa es que con la fotonovela familiar y con el teaser que salía haciendo las tareas del hogar, como que puse el punto de mira en el lado opuesto al que realmente iban las historias del disco. Un día me encontré con David Grazinski, de Limbotheque y me dijo: tío, no he podido oírme tu disco dos veces seguidas, las historias que cuentas son muy tristes, y tenía razón, como mi madre.
También es verdad que tengo una teoría secreta y es que si lanzas un mensaje muy evidente, rollo amor total, en realidad lo que estas diciendo es justo todo lo contrario, y en «La disolución doméstica» hay varias canciones con mensajes absolutos, en los que evidentemente, después de haberte explicado el truco, comprenderás que hablan de todo lo contrario, es decir, que nada es para siempre y que todo mirado desde la perspectiva del paso del tiempo tiene sus fisuras. Aunque mole decirlo en una canción. En lo que respecta a tu pregunta, con las letras me pasa como con la música, no hay un solo camino, el del costumbrismo sucio me interesa mucho e intentare seguir trabajándolo, pero si escuchas las canciones «experimentales» que he subido a mi soundcloud, verás que ahí las letras son de otro palo. Vamos que todo vuelve a ser demasiado complejo como apostarlo todo a una sola opción.

¿Te reconoces, musicalmente, en todos los discos que has grabado?
Mi carrera musical la he creado desde la exposición desde el momento cero. Es decir, no esperé a ser un buen músico con buenas canciones para empezar a mostrarme, todo lo contrario, me he expuesto desde el principio, así que los que pudieron ver mi evolución desde el principio, si hay alguien, podrán decir mejor que yo si me reconocen en la música de cada disco que he grabado. También es verdad, que desde la disolución de Eléctrica Malatesta, en 1997, que fue la última vez que compartí composición con alguien,  todo lo que saqué era mío, por lo tanto me reconozco musicalmente en todo lo que he hecho en la medida que ahí queda plasmado mi proceso de aprendizaje. Si a los 18 años alguien me hubiese dicho que iba a ser capaz de componer canciones como las de «La disolución doméstica», no le hubiese creído. También es verdad que nunca he grabado algo que no me haya apetecido grabar, ya que a nadie más que a mí le ha importado qué grababa, pero sí que es verdad que desde un punto de vista musical, puedo decirte que fue a partir del disco «De l’amour à l’abîme», cuando me empecé a sentir satisfecho y a disfrutar con mayor intensidad mi vida musical. Fue cuando empecé a tener más confianza en mi mismo.

Acabas de publicar la novela «La conquista del Oeste (o la muerte de Uli Zuma)», ¿que has encontrado en la literatura, creativamente hablando, que no te proporcionaba la música?
Yo hablaría más bien de lo que la narrativa me ha dado para continuar en la música. Trabajar en la creación literaria de una novela me ha abierto la mente en lo respectivo a las temáticas que podía abordar a la hora de escribir letras de canciones. Escribir narrativa no es una novedad para mí, llevo escribiendo desde los 21 años,  pero a diferencia de mi carrera musical, est la he hecho en la sombra, sin exponerme hasta no estar convencido de tener entre mis manos algo rocoso y resistente. Soy una persona obsesiva que trabaja por proyectos. Normalmente cuando acabo algo, ya sea musical, audiovisual, o narrativo, lo odio, me gustaría romperlo, quemarlo, y lo que me pasa normalmente es que me voy al lado opuesto, dejo de hacer música y me pongo a escribir, si lo que acabo de hacer es escribir algo, dejo de escribir y me pongo montar vídeos, si son vídeos el último proyecto al que me he embarcado, pues vuelvo a la música, y así sucesivamente. Con «La disolución doméstica de la conquista del Oeste» lo he juntado todo, así que cuando acabe la gira me dedicaré a hacer videojuegos educativos, que es algo que me llama mucho la atención.

¿Cómo ha sido la experiencia de escribirla?

Ha sido un proceso muy, muy particular, donde el momento más bonito llegó cuando por fin supe que iba a poder contar la historia de una manera digna. Lo demás como todo es cuestión de horas, de estar día tras día detrás de algo, de no dejar de hacerlo ni un solo día, de cada día ser capaz de borrar y cambiar lo que habías escrito el día anterior y que te parecía maravilloso, en realidad escribir, como todo proceso creativo, tiene que ver con corregir, tachar, borrar, volver a empezar, volver a cortar, quitar, quitar, quitar, y luego cuando has quitado muchas veces cosas que eran tan buenas que creías que nunca ibas a quitar más, cuando ya no tienes una relación de amor con lo que escribes, sino una relación de odio y fría con lo que escribes como para poder borrarlo todo, es cuando ha llegado el momento de estar escribiendo de verdad, y entonces si consigues que la estructura cuadre y mantenga la tensión, y consigues que tu estilo se sostenga, entonces ya has escrito una novela.

Es una novela en la que la música tiene una presencia muy importante. ¿Imposible olvidarte de ella ni cuándo te sumerges en otra disciplina artística?
No en todo lo que escribo hay una componente musical tan marcado, este es un caso especial ya que formaba parte de un proyecto audiovisual que consistía en hacer un documental sobre el guitarrista del grupo Los Suicidas. El reto de esta novela ha sido no convertirse en un mero diario musical y convertirlo en algo mas, algo que se pueda llamar novela. En ese sentido el núcleo de la novela no es musical, es literario, aunque aún así en su composición es posible que el ritmo de los capítulos hayan seguido un patrón musical. Pero eso no es solo propiedad de los músicos, sino de los amantes de la música, si Cortázar me gusta tanto es porque muchas veces lo que escribe es pura música. Hay otros autores de narrativa que son más poéticos, que es otra manera de que haya un sustrato musical en un proyecto narrativo. Pero como te digo, si bien el envoltorio puede ser musical, cuando hablamos de arquitectura de una narración, ahí el concepto musical pasa a un plano más técnico y menos referencial. Al fin y al cabo en un libro hay que contar una historia y esa historia tiene que ir sujeta sobre algo más que referencias a grupos y a canciones. Tengo otros proyectos, una obra de teatro donde no hay ninguna referencia a la música, sin embargo en lo último que estoy escribiendo hay uno de los personajes que escribe canciones, entonces de golpe viene todo el bagaje musical como envoltorio.

¿Cómo ves la escena musical de Valencia?
No concibo una escena musical como tal, concibo una escena cultural, y al igual que en el teatro, el cine, el arte o cualquier modo de expresión artística, en Valencia, en España, el problema es el público. Muchas veces la gente se obceca en que no hay ayudas para el sector cultural, ayudas a los productores. Yo creo que esto es un error, el problema es que no hay ayudas a los consumidores. Nos faltan, y muchos, consumidores culturales, y no hablo de 500 amiguetes que de repente ponen de moda un tipo de creación y tiene un cierto éxito público y económico, no, hablo de tener público de verdad, y de tener un público inteligente, un público activo y un público exigente, esto claro esto supone invertir a saco en educación, supone invertir a saco en publicidad subliminal para lavarle a la gente el cerebro y hacerles creer que la cultura y no el fútbol, será lo único que les salvará la vida. A mí me entristece ver como algo tan bonito como la creación artística es tan poco importante para la gente de a pie. No sé quien tiene la culpa de ello, pero lo cierto es que la mayoría de la gente vive de espaldas a la cultura, y no lo entiendo. A veces cuando estoy muy cansado y no tengo ganas de pensar voy a un bar bajo de mi casa y veo algún partido aburrido de la Liga, está lleno de hombres bebiendo y pienso, cómo es posible que a nadie de los que hay aquí le interese ni lo más mínimo la cultura.
Creo que la culpa de esto la tienen los artistas, nos hemos creído tan especiales que le hemos dado la espalda a la gente, en algún momento alguien perdió la idea de que, como un fontanero, o como un electricista, estamos al servicio de la gente, cuando alguien empezó a pensar que los creadores eran tan guays que estaban por encima de la gente, la gente le dio la espalda a la cultura. Eso es lo que hay que cambiar, hay que volver a recuperar el prestigio de la cultura como un elemento salvador, como algo que nos va a hacer mejores personas, más felices y que nos va a ayudar a sortear los vaivenes de la vida con mayor capacidad y recursos.