Foto: Al Pagoda.

Malva-Rosa hacen honor a su nombre y facturan canciones hedonistas que intentan atrapar con nostalgia el verano eterno. Para ello nada mejor que hacerlo invitando a bailar, guiñando un ojo al pop más envolvente y otro a la psicodelia electrónica más sugestiva y narcotizante. Detrás de sus composiciones, Jesús Maciá (Tórtel), también responsable de la lista de discos favoritos que viene a continuación.

Before Today (Ariel Pink, 2010)

Me encanta cómo, aún haciendo música puramente pop, Ariel Pink rechaza todos los convencionalismos en cuanto a estructura, armonía, ritmo, etc. Las canciones en este disco son una locura, una amalgama brutal de reminiscencias que pasan por todas las décadas, por decenas de grupos, de estilos, y aún así parece que todo tenga sentido. Canciones como Round and round o Beverly kills me dejan planchado, pero mi favorita es Fright night, del disco y puede que de mi vida (risas).

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Music has the right to children (Boards of Canada, 1998)

Cuando suena el principio de Wildlife Analysis me parece muy difícil no escuchar el disco entero. Me provoca una sensación muy extraña, por un lado placentera pero por otro siempre hay algo alienante, que no te deja estar tranquilo del todo. Es como volver tu casa de la infancia después de mucho tiempo, pero con otra gente viviendo en ella.

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Spacegirl (The Brian Jonestown Massacre, 1995)

Durante muchísimo tiempo los BJM fueron el grupo que más escuchaba, y el Spacegirl mi disco favorito. En realidad es una especie de recopilatorio de caras B y versiones lo-fi de canciones que salieron posteriormente en otros discos, pero para mí siempre ha tenido algo atrapante. BJM es como una gran tarántula, con una de sus patas en el noise/shoegaze, otra en la psicodelia oscura de los 90 (Broadcast), otra en el post-rock y otra mucho más atrás, al final de los 60. Este disco es la semilla de todo lo que vendría después.

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Blackmetal (Dean Blunt, 2014)

Dean Blunt combina samples de Big Star o The Pastels con beats de corte más bien hiphopero, fraseos rap con guitarras que, junto a la voz de Joanne Robertson, acercan las canciones al dreampop o incluso al folk. Te encierra en una atmósfera pesada donde a veces ves la luz del sol, pero la mayoría del tiempo estás nadando entre tinieblas. Una joya.

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Caramel (Connan Mockasin, 2013)

Connan Mockasin tiene una personalidad arrolladora que transporta completamente a sus canciones. Es increíble que alguien pueda proyectarse de esa forma en la música que hace, con su sensibilidad, su promiscuidad y sobretodo su sentido del humor. Este disco juega con los clichés de la estrella del pop ochentera encarnada en Connan Mockasin, donde solo el planteamiento ya resulta cómico. Me parece una obra maestra, uno de los discos más estimulantes que he oído desde hace mucho tiempo.

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The Madcap Laughts  (Syd Barrett, 1970)

Después de perder el juicio y haber dejado (o haber sido forzado a dejar) Pink Floyd, Syd Barret sacó este disco. Está plagado de desafines, notas mordidas y secuencias de acordes erráticas que parece que lleven a callejones sin salida. Sin embargo el disco tiene algo genuino, algo de loco gritando en una azotea que no se sabe si está pidiendo ayuda o riéndose de todo el mundo. Es brutal cómo ha podido influir a tanta gente durante tanto tiempo, y brutalmente difícil de explicar. Lo mejor es escucharlo y que cada uno saque sus propias conclusiones.

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Parallax (Atlas Sound, 2011)

Me encanta el Parallax. Puedo ponerlo en bucle y emocionarme con Te amo o con Mona Lisa a cada vuelta, pero sobretodo me encanta Bradford Cox. Este disco es una excusa para hablar de él, de su voz, suave, íntima y de repente desgarradora y adolescente. De sus melodías infantiles y pegadizas y de cómo a través de las ambientaciones instrumentales pueden llegar a ser épicas. Me da igual si es con Deerhunter o con Atlas Sound, pero ojalá Bradford Cox nunca deje de hacer canciones.

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Person Pitch (Panda Bear, 2007)

Este disco es la muestra de lo que pueden dar de sí las buenas ideas, con pocos medios y en un home studio de hace más de diez años. De la organicidad que se puede conseguir con el sampling, y tanto es así que concibo este disco como un ser vivo que va cambiando con el paso de los años. Es una piedra preciosa que dependiendo de cómo le de la luz y de la perspectiva con la que la observes, proyecta unas imágenes u otras. En mi vida voy a dejar de escucharlo, porque siempre tiene algo que ofrecer.

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