Jorge Pérez, Tórtel, no publica discos, construye mundos. Las tres tormentas (Intromúsica Records, 2018) es el último. Un universo acogedor al que se accede progresivamente como si de una fiebre placentera se tratara. Pop que se despliega infinitamente, sin miedo a fronteras estilísticas, pero sin practicar el escapismo impersonal. Diez canciones que vuelven a demostrar lo que ya sabíamos, su talento para componer, su curiosidad para arreglar, su pasión por compartir historias, las suyas, ya las nuestras.
¿En qué medida afectó al proceso de creación de Las tres tormentas haber sido padre, el EP con Alberto Montero o tu trabajo?
Las tres tormentas es la colección de canciones que fui componiendo entre más o menos finales de 2016, al terminar Transparente, y mediados de 2018. Todo lo que me ha ido pasando en ese tiempo seguro que ha inspirado y afectado mi manera de componer. Mi trabajo como profesor en el Grado de Creación Musical en la Universidad Europea de Madrid desde luego, que me ha hecho leer y reflexionar mucho acerca del proceso creativo, de cómo se comparten las canciones, y sobre todo cómo enfocan su carrera y pasión musical chavales de veinte años ahora… La verdad es que me siento muy afortunado de poder disfrutar de cosas así. Dudo que pueda haber un trabajo mejor.
Por otra parte, el disco con Alberto Montero no queríamos que sonara ni a lo que yo estaba preparando, ni a las canciones que él hacía para La catedral sumergida. El EP tenía como punto de partida otro concepto en el horizonte y se trataba de encontrarnos en ese punto en común que los dos tenemos más songwriter, con referencias a música que nos apasiona: psicodelia sesentera, pop raruno, … Imagino que, de todos modos, habrá algo de esa experiencia tan guay con Alberto en mi propio disco, no sabría decirte qué exactamente pero seguro que hay algo de Alberto además de lo evidente: sus coros en la canción Las tres tormentas.
A nivel personal este tiempo ha sido muy intenso para mí, fui padre y a los pocos meses perdí al mío… Unas sensaciones y emociones muy fuertes que, sin duda, han marcado estas canciones. No podía ser de otra manera.
Siempre he tenido presente que los discos que grabo los va a escuchar alguien así que me preocupa si estoy resultando comunicativo o no, pero en Las tres tormentas he tenido muy poco eso en mente, he grabado las canciones que necesitaba hacer y sinceramente he pensado casi exclusivamente en lo que quería contarme.
En tu facebook publicaste hace tiempo que te gustaba mucho lo que hacía Frank Ocean. Además de esa habilidad que compartís ambos de abrir caminos en cada canción que componéis sin que el conjunto final acabe disperso, consiguiendo que todo tenga una coherencia, ¿se refleja en algo más en este disco? ¿Es su sombra tan potente como en algún otro momento de tu discografía pudo tener Roy Orbison?
Uf, vaya par de referencias mencionas. Ojalá hubiera algo de Roy Orbison o Frank Ocean en mis canciones. De Frank Ocean me gustan un montón de cosas, especialmente cómo suena tan clásico y contemporáneo al mismo tiempo y el trabajo melódico tan imaginativo e inspirado de todas sus canciones. Como mencionas, tiene un afán explorador con el que me identifico.
La música rock y pop de los años 50 siempre me ha gustado (no solo la anglosajona, también la italiana) tiene algo difícil de explicar para mí, me remueve. Roy Orbison desde mi punto de vista está en el altar de esa música. Usa todos los patrones trillados de la época pero su voz hace que parezca música traída de otro planeta o de otra dimensión. De niño, al ver la escena de Terciopelo Azul con el playback de Dean Stockwell, se me voló la cabeza. Es lógico que Lynch escogiera esa canción, es preciosa, conmovedora y terrorífica al mismo tiempo.
Siempre me ha atraído mucho eso del pop, todo está muy estandarizado y es previsible, eso como oyentes nos reconforta, pero cuando de repente algo rompe con eso (un arreglo, una afinación extraña, una voz como la de Roy Orbison) te saca de la zona de confort y te sacude. Es como lo que decía Cortázar sobre el relato fantástico: lo genial sucede cuando partimos de nuestra comodidad, nos sentimos a gusto y hasta seguros en el mundo que conocemos, pero de repente algo perturba esa calma y nos da miedo sentir que lo desconocido aparece, ‘’ya no hacemos pie’’.
No es un disco con estribillos, pero sí con estrofas que podrían jugar ese papel. De hecho es un disco de largo recorrido, en el que se va entrando a medida que se va escuchando. En la canción que da título al álbum, incluso, pides paciencia. ¿Eras consciente de los riesgos que asumías en un mundo en el que prima la inmediatez?
Como decía, este disco lo he compuesto casi sin pensar en la recepción, pero obviamente había gente que iba escuchándolo, sobre todo quienes han ido trabajando en él. Sabíamos que no era un disco de estribillos ni de festivales (casi un pecado hoy en día). Como dices, en una de las canciones digo que no estoy pidiendo atención, solo más paciencia. Hay que detenerse un poco, respirar, escuchar y mirar en general con atención encandilada, ya sabes… Nos perdemos muchas cosas por las prisas.
Sé que estas canciones pueden no gustar a la primera, quizás requieran algo más de tiempo para entrar en ellas. Es muy de agradecer que Intromúsica haya publicado un disco como este. Hoy en día el simple hecho de sacar adelante un sello discográfico es una tarea titánica, si además confías en discos como este es ya puro romanticismo.
¿Estuviste muy encima de las personas que participaron /colaboraron en el disco? ¿Eres muy obsesivo con controlarlo todo? ¿Diste libertad para que aportaran cosas?
Las canciones que me gustan mucho siento que suenan desde lugares especiales. Cuando tengo una canción acabada, o cerca de estarlo, me preocupa mucho que suene desde el lugar que tengo pensado para ella. Es algo difícil de transmitir, lo reconozco, es algo demasiado personal y subjetivo, así que procuro apoyarme en gente que sé que me entiende y que sabe más que yo de esto. A partir de ahí hay absoluta libertad para que todo el mundo aporte, por mi parte no se trata de un encargo, consiste en colaborar, tener un diálogo, ver qué me descubren de mis propias canciones, y siempre es apasionante. En este sentido es genial poder tener la suerte de contar con Al Pagoda y El Hijo como productores y, por supuesto, con Jesús Macià y Enric Alepuz como músicos en directo, arreglistas y parte completamente fundamental del proyecto.
Entre esos colaboradores se encuentra Joaquín Pascual.
Joaquín es uno de mis mejores amigos. Nos conocemos desde hace muchísimos años y de hecho es él en gran medida uno de mis mayores espoleadores (si esa palabra existe). Si hace años, a pesar de mis inseguridades y complejos, me animé a iniciar este proyecto fue porque me dio confianza, empujó y apoyó con la grabación de mis primeras canciones. Nos encanta pasar tiempo juntos, como cualquier amigos, y si es haciendo música mejor. Me gusta mucho su visión de la música, ese inconformismo y necesidad de explorar y buscar siempre algo más. Siempre de buen humor, disfrutando del proceso. No sé si habéis escuchado su ultimo disco, Ex, una absoluta maravilla, alucinante.
¿Cómo se convierte un mensaje de whatsapp en una canción tan bella como Adelante sin morir en el intento? ¿Costó mucho conseguir esa versión final? ¿Cómo viste que en ese mensaje había una canción?
Recibí este mensaje de Sebastián Benavente y enseguida vi que hablaba de un montón de cosas de las que yo quería hablar en el disco (la imposibilidad de poder dedicarle todo el tiempo a lo que uno quiere de verdad, el amateurismo, la amistad… ). Él lo contaba mejor de lo que yo iba a poder hacerlo, así que por qué no coger directamente esa nota y convertirlo en la letra de una canción. Además, Sebas iba a estar en el proceso de creación del disco y por supuesto en la grabación pero luego su trabajo como repartidor en SEUR le absorbió todo su tiempo. Precisamente es desde una furgoneta de esa empresa desde donde envía su mensaje. Para mí era perfecto, al final Sebas iba a estar en el disco. Justicia poética. Por otra parte, el hecho de utilizar un whatsapp y convertirlo en canción era también toda una declaración de intenciones en un disco en el que se reivindica escuchar con atención, fijarnos bien en esas pequeñas cosas que nos rodean y que parecen no tener importancia porque en muchas de ellas hay auténtico arte.
El disco cuenta, principalmente con dos productores, Al Pagoda (Alberto Rodilla) y Abel Hernández, más el trabajo de Rauelsson en la canción Contra el mal, ¿por qué lo decidiste así? ¿Qué buscabas con ello? ¿Cómo decidiste quién se encargaba de cada canción?
Desde hace tiempo voy grabando los discos por grupos de canciones, normalmente de dos en dos, me ayuda a ir escuchando, ir viendo cómo va sonando y afrontar la siguiente tanda de grabación con una perspectiva más clara de lo que busco y de lo que ya tengo.
Las primeras canciones de Las tres tormentas las grabé con Alberto Rodilla, que ya había producido Transparente. Los dos lo pasamos muy bien haciendo ese disco y nos quedamos con ganas de más. Habíamos hablado mucho al acabar Transparente de cómo podían sonar las nuevas canciones. Alberto tiene un talento increíble, trabaja incansablemente, entiende muy bien lo que se cuece en mi cabeza y al mismo tiempo propone un montón de cosas que yo no hubiera ni imaginado.
Al mismo tiempo de eso surgió lo del EP con Alberto Montero y creí que sería perfecto para echarme un cable con la producción Abel Hernández. Desde luego hizo sonar esas canciones de una manera muy especial, fue muy imaginativo y generoso, gracias a él las canciones crecieron muchísimo. Fue una experiencia tan buena que había que repetir, mira que conozco a Abel hace años y todavía no me había producido ninguna de mis canciones. Así que pensé que por qué no incluir también a Abel en Las tres tormentas. Sabía que iba a aportar muchísimo, sobre todo teniendo en cuenta precisamente las canciones que aún quedaban por grabar.
Comenté a Alberto Rodilla y a Abel mi idea de que el disco estuviera producido por los dos. Les pareció buena idea y nos pusimos a ello. Al final el disco se ha ido pariendo entre València, Berlín (donde vive Alberto), Madrid (donde está Abel) y ha habido, entre productores, colaboradores… mucha gente en él, podía haber sido un engendro monstruoso creado a base de retales de lugares y personas pero creo que al final todo eso ha conseguido una armonía especial.
Respecto a Rauelsson es otro de mis mejores amigos, admiro muchísimo lo que hace, también es un músico muy inquieto que ha virado desde la canción de autor (por llamarlo de alguna forma) hasta sus dos últimos discos que están alejados de eso y están mucho más próximos a la electrónica, el ambient… Tenía muchas ganas de que estuviera en el disco. Le pasé una toma de voz y guitarra de Contra el mal y le animé a hacer lo que quisiera, sin darle ninguna directriz. Al cabo de unos días me envío las pistas que había grabado sobre mi voz. Me pareció una absoluta maravilla. Decidí que sería perfecta para cerrar el disco.
En los créditos apareces como Tórtel y no como Jorge, ¿qué te permite esa opción? ¿Tórtel debemos entender que es un grupo o tú con colaboradores (algunos fijos)?
Tórtel es el nombre que utilizo para firmar cualquiera de mis trabajos musicales, que hoy en día, afortunadamente, es todo a lo que me dedico a nivel profesional, ya sea como profesor en la Universidad, haciendo canciones para mi proyecto de ‘’pop’’, elaborando playlists para grandes superficies, o haciendo piezas para el terreno audiovisual.
Mi relación con la música siempre he sentido que debía ir más allá de de tener un grupo y tratar de petarlo lo suficiente como para que me dé de comer. Desde que comencé a tocar siempre me sentí atraído por las colaboraciones, por la música para teatro o televisión… Ir aprendiendo de todo eso. No creía que todo tuviera que comenzar y acabar en un grupo. La música es mucho más rica.
Por fin me han ido llegando encargos para películas, televisión, cuestiones relacionadas con la docencia, sé que en gran parte gracias a Tórtel, mi proyecto de canciones. Soy consciente de que nunca hemos conseguido vender muchos discos ni cientos de entradas para conciertos, pero sí he conseguido una cierta aura y respeto como compositor que realmente es lo que me llena y valoro.
Cada uno de esos trabajos no dejan de ser parte de cómo entiendo yo la música. Tórtel, en definitiva, define mi amplia relación con la música. Pero, evidentemente, también es el nombre de mi proyecto de canciones en el que Enric Alepuz y Jesús Macià son muy importantes: no solo tocan conmigo en directo, sino que además son una parte esencial y fundamental en la composición y todas las decisiones que se toman. Es una suerte increíble poder hacer música con ellos.
Contaba Jordi Sapena en un artículo en El Mundo cómo en seis años Tórtel había mutado sónicamente. ¿Desde dentro cómo ves esa evolución?
Jordi me conoce muy bien, de hecho todo lo relacionado con el mundo audiovisual lo firmamos juntos. Sabe que me tomo la música principalmente como un juego en el que me mola no parar de buscar, arriesgarme, ver con qué me voy encontrando en el camino, no hay nada como trastear y dejarse llevar. Tórtel empezó cuando a los que formábamos Ciudadano dejo de estimularnos lo que estábamos haciendo. Busqué algo diferente; si Ciudadano era muy electrificado, y estaba cerca del aire rockista, para Tórtel imaginé casi lo contrario: todo muy acústico, desvalazado, casi como una banda de músicos callejeros que podían sonar sin amplificación. Después de eso comencé a interesarme por la producción y las posibilidades que da la grabación casera, y por ahí he ido encontrando una fuente casi inagotable de recursos que me inspiran mucho.
Formaste parte de Coleccionistas junto a Junto a Víctor Ramírez y Remi Carreres, llegando a editar un disco en 2015, ¿tendrá continuidad?
Fue genial poder hacer el disco de Coleccionistas, otra de esas increíbles aventuras en las que he podido enrolarme y con la que he aprendido mucho. Es genial poder pasar tiempo con amigos haciendo música, aquel disco nos unió de forma especial para siempre Es un disco que me encanta y del que me siento muy orgulloso. A los tres nos apetece muchísimo grabar más cosas, volvernos a juntar y disfrutar. Además, tenemos claro que serían nuevas canciones muy distintas a las que aparecieron en aquel disco. Creo de verdad que especialmente por el trabajo de Ramírez y de Remi ese disco es una joya, tuvimos el apoyo de unos amigos (Demian Records) que pusieron todo su amor en el proyecto para poder editarlo en un vinilo dorado que quedó maravilloso. Encontramos el momento justo en el que pudimos centrarnos en eso, y espero que muy pronto Coleccionistas vuelva a tener su momento. Seguro que sí.