Foto: Miguel Ángel Puerta

El próximo 26 de mayo hay elecciones municipales. Se acaba la primera legislatura del necesario cambio después de 24 interminables años de Rita Barberá en la alcaldía. Ciñéndonos al tema cultural, tan injusto sería no reconocer los avances que se han producido como negar el desencanto que se ha ido adueñando del sector al comprobar que la cultura no era una de las prioridades de la nueva administración y que ese progreso no era suficiente.

Uno de los reproches que se les hace es no haber priorizado la incorporación como asesores de gestores culturales, que deberían haber ocupado puestos en el organigrama del nuevo gobierno, dada su experiencia y conocimientos especializados.

En Verlanga damos voz, precisamente, a ese colectivo, el de la gestión cultural. Hemos seleccionado a cuatro profesionales y les hemos pedido que analizaran la situación cultural de València, detectaran sus carencias y apuntaran tres medidas que el gobierno que salga de las urnas el próximo 26 de mayo debería adoptar. Cedemos, pues, la palabra a Alba Braza (Culturama, Mostra art públic / universitat pública, Biennal de Mislata), Meritxell Barberá (Festival 10 Sentidos, Taiat Dansa), Claudia Alfonso (La Visible, Museo de Arte Contemporáneo de Caracas) y Guillermo Arazo (Dansa València, ex-Las Naves, ex-La Rambleta). A quienes corresponda, que tomen nota.

Foto: Miguel Ángel Puerta.

Alba Braza

Partiría de la necesidad de que todos los partidos debería contar con un plan de políticas culturales que establezca unas líneas de actuación claras, que incluya estrategias, objetivos, planificación y que tenga en cuenta las necesidades de la ciudadanía y el sector cultural. Señalo a continuación tres necesidades que me parecen de urgencia en el sector:

1- Internacionalización

Con el fin de aumentar paulatinamente la calidad de la producción cultural, considero esencial mantener un contacto continuo con lo que pasa y se hace en Europa (un lugar de referencia que en realidad abre otra brecha, pero dejaremos para otra ocasión la ruptura con las referencias eurocéntricas). Hasta el momento, el campo del comisariado y de la crítica, el de la mediación y la gestión, no cuentan con apoyos públicos que promocionen la especialización académica ni la experiencia laboral en el extranjero. Tampoco contamos con ayudas que apoyen comisariados de artistas valencianos en el extranjero y este flujo debería estar siempre presente en nuestro contexto. Propuestas como colaboraciones con entidades extranjeras para itinerancias, residencias y visionados de obras, serían en mi opinión un gran avance.

2- Profesionalización.

Pese a que en los últimos años se ha avanzado en esto, respecto con las convocatorias públicas y con el aumento de la oferta cultural, en el día a día seguimos teniendo la necesidad de contar con otras alternativas que favorezcan una profesionalización real, es decir ir más allá de las oportunidades basadas en premios para contar con contratos de trabajo sujetos a convenios (que también habría que revisar). Cuando se dan contrataciones en muchas ocasiones (en las licitaciones públicas) la selección está basada en la oferta económica y no en la calidad del proyecto, lo cual obviamente precariza el trabajo y nos lleva a un bucle que de nuevo nos sitúa en el limbo de la desprotección y la no profesionalización.

3- Coordinación y estructuración planificada de recursos y proyectos culturales.

Comprendiendo la dificultad que requiere coordinar áreas (de trabajo y de lugares físicos), se echa en falta una figura profesional de referencia que haga un seguimiento de los proyectos que se hayan seleccionado desde centros que carecen de dirección artística, y que dicho seguimiento se extienda hasta la fase de evaluación. Asimismo, que se extienda esa coordinación entre diferentes áreas para que se optimicen los recursos y se compartan experiencias. Siento que en ocasiones el Área de Cultura desconoce lo que hace Juventud, que la de Participación no sabe lo de Igualdad (por citar y mezclar competencias). Si se nos pide a los productores culturales imaginación para convivir con el contexto de trabajo que se nos ofrece… ¿por qué no aplicar más imaginación desde la instituciones?

Meritxell Barberá

1- Como gestora cultural espero políticas culturales para que se puedan desarrollar proyectos a largo plazo y que estos no haya que pelearlos y defenderlos año tras año y según criterios variables. Así es complicado crecer y dinamita a cualquier promotor. Es necesario también agilizar el tema de los pagos que ahoga a las empresas culturales más modestas de la ciudad.

2- Cómo bailarina/coreógrafa pediría espacios públicos con una programación coherente, integradora y diversa. Y que al frente se coloquen responsables que conozcan al sector, que sean conscientes de sus realidades. Y que sean atrevidos. Que le den a la danza el lugar que se merece. Pasan los años y sigue estando discriminada. Ya no vale la excusa de la falta de público, porque se ha demostrado que si el proyecto es interesante los espectadores responden. No obstante una labor prioritaria de la política cultural es generar y mantener públicos.

3- Como espectadora espero teatros con una programación internacional, que València sea parada de compañías y espectáculos que a menudo pasan de largo por aquí. Como profesional esto también es importante, sirve para intercambiar ideas, para unir fuerzas. De la misma manera, veo muy conveniente apostar por la internacionalización de las propias compañías valencianas, que podamos salir fuera sin arruinarnos, que nos ayuden a dar a conocer nuestro trabajo más allá de València. Es una forma de llevar el sello de la ciudad a otros lugares.

Foto: Eva M. Rosúa.

Claudia Alfonso

Desde mi más humilde opinión, comparto lo que considero que se debería mejorar respecto a las políticas culturales de la ciudad, siendo consciente que esto es una mínima parte de todo lo que queda por hacer. Y es que aunque hemos avanzado mucho en los últimos años, no es ningún secreto que todavía queda mucho por construir.

1- En primer lugar, considero que sigue siendo prioritario las estrategias que generen nuevo público y que capten la atención de las nuevas generaciones. Y no hace falta que todos los eventos o encuentros culturales sean una excusa para tomar cerveza o tengan que ser un festival per se.

Además, desde la colaboración con otros gobiernos regionales es posible cautivar a visitantes en búsqueda de turismo cultural y posicionar la ciudad como un epicentro cultural durante todo el año. En definitiva, se debe seguir trabajando por promover la visibilidad del auge de actividades culturales más allá de la ciudad, tanto a nivel online como offline.

2- En segundo lugar, se debe promover la diversidad cultural y las minorías de la ciudad. En este punto la gastronomía puede ser la ventana de intercambio entre las culturas de València, como es el caso del proyecto de la Guía Gastronómica de la València Migrante. Es buscar separarnos del mito de la València provinciana y acercarnos a la València cosmopolita.

Y respecto a este punto, se trata de abrazar la diversidad como forma de ser. No solo hablamos de diversidad de culturas, también se debe promover la diversidad de actividades artísticas que, por sus características, no son tan populares como el cine o la música.

3- Por último, no podemos dejar de lado la necesaria agilización de los sistemas administrativos y de gestión, así como la falta de puestos de trabajo públicos en las instituciones culturales. Sigue siendo uno de los principales problemas de la administración pública la falta de renovación de personal.

Foto: Eva M. Rosúa.

Guillermo Arazo

1- ”Es la educación, estúpido”. En estos momentos disfrutamos de una gran oferta cultural. De hecho es más que copiosa. Tsunámica. De lo que escaseamos es de demanda. La cultura NO es una de las prioridades de los ciudadanos. El primer link de la cadena es el que está roto: la educación. Hay que abordar de manera integral la relación entre la cultura y la educación: la acción en el contexto escolar, la promoción de los entornos pedagógicos y la capacidad educadora que tienen que tener los proyectos culturales. Creatividad y estrategia. La política cultural y educativa de ciudad requiere una mayor coordinación entre administraciones. Algo que vaya más allá de la foto de las inauguraciones y/o estrenos.

2- Trabajar en red entre los diversos proyectos culturales de la ciudad. No existe una coordinación real de proyectos ni una definición clara de los perfiles de los mismos. Cuando una propuesta funciona se ve clonada en los diversos centros culturales. Este impulsivo vale-tudo difumina el origen diferencial (visión-y-misión) de cada uno de los proyectos culturales. Supone además la reiteración en loop de los mismos nombres en las diversas programaciones.

3- La atención al proceso. Echo en falta uno de los pilares de lo que fue (ahora totalmente desdibujado) el proyecto de Las Naves: ese laboratorio de ideas para investigar, experimentar y aprender en equipos colaborativos. Explorar forward nuevos formatos y lenguajes artísticos, así como formas emergentes de comunicación, interacción y participación pública en los procesos creativos. Promover la curiosidad y el emprendimiento innovador. Frente a los centros culturales convencionales más centrados en la exhibición y distribución poner el foco de atención en la creación y la producción.