L’alegria està ací dins. Foto: Sandra Sasera.

Tres amigos, una playa de Murcia en noviembre y el recuerdo de haber sido felices esfumado como un castillo de arena arrastrado por la corriente. Así empieza La alegria está aquí dentro, (sala Ultramar, 22 y 23 de junio) de la compañía La Família Política.

Sandra Sasera, Pau Gregori y Mertxe Aguilar son los actores que dan vida a los tres personajes, con los que comparten su nombre y algo más. El propio Gregori se reparte las labores de dirección con Kika Garcelán.

¿Se puede volver a ser feliz simplemente visitando aquellos lugares donde alguna vez se fue? ¿Qué es, realmente, la felicidad? ¿Dónde se esconde? Son preguntas que el estupendo texto (publicado por la desaparecida editorial Alupa) de la dramaturga Guadalupe Sáez intenta responder. O no. Una obra que mezcla la comedia y el drama, la verdad y el dolor, el yoga con posturas con nombre de postres y la pena por no ser padre.

De teatro y alegrías hablamos con Guadalupe Sáez, para saber qué es lo que le hace feliz ahí fuera, en el escenario.

La Família Política: Guadalupe Sáez, Sandra Sasera y Pau Gregori.

La alegría está ahí fuera, por Guadalupe Sáez

1- La sensación de que durante el tiempo que dure una función vas a ver algo que no volverá a repetirse. La idea de ser un privilegiado por estar viendo algo que mañana será distinto. La certeza de que lo que pase durante el tiempo que estás allí es único y se está haciendo para ti. Esa sensación, si la piensas, provoca mucha felicidad.

2- Viajar, en el sentido literal de la palabra y en el figurado. En el sentido figurado estamos hablando de desplazarte si eres espectador desde tu realidad a otra parecida o totalmente distinta sólo con acercarte al teatro. Ser capaz de empatizar y conectar con otras realidades, ser capaz de descubrir tu realidad en otras.

En el literal viajar de verdad con amigos e irte a otras ciudades a otros pueblos a otros países a actuar, a mostrar y a contar. Eso provoca alegría, nuestro paso por Chile este año ha sido de las mejores experiencias que recordamos, porque descubres otra forma de viajar, de conocer gente, de ampliar el mundo y eso es maravilloso.

3- Trabajar en equipo, en compañía, en familia, poder acercarte a otras disciplinas, descubrir que no hay límites, compartir tiempo con gente que trabaja pensando en una misma idea, poder hacer lo que quieras.

No hay mayor sensación de libertad que la que tienes en el teatro y eso es alegría, alegría y pérdida y riesgo e incertidumbre. Pero todo eso está bien porque no estás solo, siempre estás acompañado, siempre te rodeas de amigos, conocidos familia que te acompaña y que arriesga contigo, que inventa contigo que trabaja contigo. Esa capacidad de unión, de juego compartido que tiene el teatro es maravillosa.

4- Llenar una sala, tener la sensación de que aquello que a ti te preocupa, te inquieta o te asusta es lo mismo que preocupa, inquieta o asusta a otras personas. Sentir la comunión con el público y sentir que no estás solo y que te emocionas, lloras o ríes a la vez. Compartir universos, referentes, ideas y reflexiones, compartir dudas y preguntas. Sentirte parte de algo.

5- Saber que formas parte de la memoria de otras personas y que esas personas forman parte de tu memoria. Que existan frases, obras, piezas que no se te olvidarán nunca y que recuerdes dónde estabas x día a x hora porque estabas en el teatro viendo lo que fuera. Saber que hay obras que han cambiado tu opinión respecto de algún tema, saber que gente que estaba sentada a tu lado también cambió su opinión respecto de algún tema, ser plenamente consciente de que no vas a olvidar nunca como tú y la personas que tenías al lado respirasteis, reísteis y llorasteis a la vez. Generar memoria colectiva, eso provoca felicidad.