Purificació Mascarell (Xàtiva, 1985) es profesora de teoría literaria en la UV, crítica y escritora. Investiga sobre el canon y la recepción desde una perspectiva de género. Es autora de la obra de teatro Cavallers (PUV, 2016), del libro infantil Centre comercial L’Oblit (I Premi de Narrativa Infantil Ciutat d’Algemesí, Andana, 2018) y de los relatos recogidos en Cartilla de redención (Altamarea, 2021). De vez en cuando, escribe en el periódico La Vanguardia y en las revistas Clarín, Cuadernos Hispanoamericanos, El món d’ahir, Mercurio y Caràcters.

¿Somos los que leemos?

Si tenemos en cuenta que la mayoría de la gente del planeta apenas lee y, sin embargo, sí “es” muchas cosas, seguramente leer es un complemento interesante para el “ser”, pero no indispensable. Más prioritarias son las vivencias con la familia, los amigos y las parejas, los estudios y el mundo laboral, la pérdida de seres queridos, las enfermedades o las eventualidades históricas (que te toque vivir una guerra te marcará más que todos los libros que puedas leer). Aunque me dedico en cuerpo y alma a la literatura, relativizo bastante su influjo o su poder porque soy consciente de que solo una minoría vive bajo sus dominios. Ahora bien, si leer es tu obsesión y tu droga, lo que lees puede llegar a tener tanta importancia (o más) que lo que vives. Sin duda.

Un libro de tu infancia:

Nunca he vuelto a leer de una manera tan absorbente y omnímoda como cuando era niña. Lo leía todo: los tebeos viejos de mis hermanos —los Copito, ¿alguien se acuerda de ellos?— y las enciclopedias que compraban mis padres a plazos en el Círculo de Lectores. Así que hubo muchas lecturas infantiles, y una en especial que no me cansaba de releer, hasta casi sabérmela de memoria: Celia en el colegio, de Elena Fortún.

Un libro de tu adolescencia:

Las aventuras de Sherlock Holmes. Relatos que he devorado demasiadas veces. Y que me han llevado a entender las claves de la narración literaria, sus engranajes, sus resortes. Cuando escribo, pienso mucho en Conan Doyle. ¿Cómo lo hubiera resuelto él para que fuese verosímil, para que funcionara bien? Admiro su pulcritud formal. Pero reconozco que cuando era adolescente lo que me flipaba más era la personalidad tan radical del detective Holmes. Y algo de enamoramiento habría ahí también, seguro.

Un libro de tu juventud:

Nada, de Carmen Laforet. Y qué bonita la conexión entre ella y Fortún, que solo he sabido más tarde: Carmen leyó de pequeña las aventuras de Celia y creció con ellas. Y admiraba profundamente a Elena, con quien mantuvo una bella amistad. De hecho, la protagonista de Nada es una “chica rara”, como lo fue Celia. Yo conocí a Andrea justo a los dieciocho años, a punto de empezar la carrera, así que me identifiqué enseguida con ella, con su mirada y con sus complicaciones para encajar en el mundo adulto.

Un libro actual:

¡Uf! Tantos… Los catálogos de los últimos meses de las editoriales Gatopardo, Las afueras, Dos Bigotes, Cabaret Voltaire, Minúscula, Gallo Nero, Pepitas, Armaenia, Hermida Editores, Contraseña o La Biblioteca de Carfax, te pueden dar la pauta de los libros que se publican en la actualidad y que me interesan.

Un libro de siempre:

Las mil y una noches. Lo contiene todo.

Un libro por leer:

Muchos. Tengo la mesita hasta los topes de libros por leer. Pero un amigo de un amigo dice que cuando compras un libro no compras una lectura; compras la expectativa o la posibilidad futura de leer ese libro. Y hay gente que tiene bodegas con vinos que van macerándose, ¿no? Pues vamos a pensar que los yonkis de los libros tenemos bodegas librescas atiborradas de buen material, listo para degustarse en el momento oportuno.

Un libro que no pudiste acabar de leer:

Demasiados. Y no siempre porque me disgusten. La mayoría de las veces es porque se me cruza otro y luego otro y acabo perdiendo el hilo. Pero un libro que no pude terminar porque me ponía literalmente enferma, con palpitaciones y malestar físico, fue Elijo a Elena, de Lucia Osborne-Crowley, en Alpha Decay.

Un libro que te gustaría haber escrito:

Ninguno, la verdad, porque me encanta que los hayan escrito sus autores o autoras. Son producto de su perspectiva, de su subjetividad, de su época. Y como tal, los valoro y disfruto. No me hubiera gustado firmarlos yo. Si hay algún libro que me gustaría haber escrito son los que yo misma proyecto en mi cabeza y no soy capaz de ejecutar, por falta de tiempo o por pereza.

Un libro que te gustaría que existiera:

Un libro con cientos de contraportadas inventadas de libros inexistentes. Y que incluya las frases tópicas de los típicos autores que pueblan las fajas.

3 cosas que te gustan más que leer:

Estar con mi madre y disfrutar de su compañía, tal vez porque empiezo a comprender que, algún día, la echaré mucho de menos. Luego, hablar con mi novio, Paco, porque es lo que más me divierte del mundo y lo pasamos pipa juntos. Y la tercera es echarme unas risas en buena compañía. En resumen: estar con gente alegre y bonica.