de camp es el segundo disco en el que Edu Comelles y Rafa Ramos Sania se juntaron para, en palabras del primero de ellos, «seguir explorando y disfrutando haciendo lo que nos da la real gana, que muy sano es». Ante tamaña y sincera declaración poco más se puede añadir. Que el álbum lo publicó el sello inglés Whitelabrecs, que David Mata lo masterizó y que su edición física (100 copias) incluye la grabación del concierto que ofrecieron en el festival Volumens 2021.
Como no nos cansamos de decir en esta sección, lo mejor es dejar hablar a los protagonistas y escuchar su música, tema a tema. Si conoces a Comelles y Ramos Sania ya tendrás alguna pista sobre los caminos que surcan sus composiciones. Y si no, nunca nos vas a dejar de agradecer que el descubrimiento haya sido tan directo.
1- Argilaga
Rafa: Fue la segunda en componerse. Quería hacer con el contrabajo algo así como un «canto espiritual» desde el ateísmo y sin palabras… y que recorriera toda la tesitura del instrumento, de grave a agudo. Creo que las espinas y el amarillo de sus flores quedaron bien reflejados. En directo funciona muy bien.
Edu: «Argilaga» es, para mí, un tema que permite llevar lo que hacemos a otro lugar, especialmente en la parte final. Como bien dice Rafa, en directo funciona muy bien: el hecho de que al final del tema haya una especie de ritmo más o menos sincopado nos da pie a acelerar ritmos, jugar al ruido y la improvisación, abriendo horizontes poco habituales para lo que nosotros hacemos.
2- Malva
Rafa: Una melodía lenta y sencilla como el color lila, cálido y frío a la vez. La sencillez de sus partes las hace muy versátiles, y las he reutilizado en varias ocasiones en proyectos personales, Calm Pieces y Furari.
Edu: este es uno de esos temas en los que uno aplica lo de menos es más. Empezó siendo algo mucho más barroco y complejo y lo fuimos desnudando hasta dejar esos pequeños acentos electrónicos y de grabaciones de campo y el contrabajo en toda su potencia.
Por cierto, los sonidos que no son del contrabajo los grabamos en el Taller March, en El Carmen de València, en una sesión enloquecida grabando cuencos de cerámica y un sinfín de objetos que en este lugar secreto de València se esconden.
Como dice Rafa, ese proceso de grabar y compartir samples, grabaciones es algo habitual entre nosotros y de la misma manera que Rafa recicla para sus otros proyectos, yo hago lo mismo con elementos de este proyecto que por ejemplo aparecen en obras de danza como Anhel de Cristina Gómez o en el Podcast del Centre del Carme del que soy editor junto a la periodista Amàlia Garrigós. De alguna manera, entendemos que los ingredientes que forman la música de Rafa y mía, son de los dos y de nadie, y eso está bien.
3- Bleda
Rafa: Fue la primera tras un tiempo desde Botánica de balcón, una pandemia mundial y cambios importantes en mi vida. Quería que la melodía fuera de lo más cercano, como si te hablaran a la cara, para convertirse en un grito en la intemperie, narrando una breve historia sin palabras.
Edu: Aparte de lo que comenta Rafa, “Bleda” fue también un volver a empezar y enfrentarnos a nuestro proceso de composición desde otro lugar. Aquí y en el resto del disco, lo que hicimos fue construir bases e ir sumando capas de instrumento acústico y electrónica hasta llegar a un punto en la mezcla en el que intuitivamente todo encaja. Fue un proceso de idas y venidas en el que Rafa me mandaba cortes de audio, yo los machacaba, se los devolvía, él volvía a grabar y así hasta encontrar ese punto justo de mezcla que a los dos nos satisface.
La risa es que cuando terminamos el disco Rafa me dijo «tío, ¿te has dado cuenta de que hemos grabado este disco sin vernos en persona ni una sola vez?». Y efectivamente, a pesar de que él vive en Patraix y yo en Alboraia, lo grabamos todo remotamente. Cosas de la vida y los confinamientos.
4- Murta
Rafa: Retomé el cello tras mucho tiempo para pasarle material compositivo a Edu. El contrabajo canta una melodía muy marcada y asentada en la tesitura grave, quería solidez y tierra.
Edu: Para mí, este tema me lleva inevitablemente a los años que pasé tocando y haciendo música con Sara Galán con el proyecto Cello + Laptop. Volver a ese sonido y reforzarlo con el peso del contrabajo fue un reto maravilloso. Aquí, como en casi todo el disco, lo que le pedíamos al cello es que reflotara de la oscuridad a la que a veces sometemos el contrabajo. Vamos hacia la luz.
5- Heura
Rafa: Me gusta mucho la sutil expansión de la hiedra, así que realicé melodías de contrabajo sutiles, casi susurradas, que Edu supo enlazar muy bien.
Edu: Este es quizás el tema más raro del disco, y por eso uno de mis favoritos, si no el que más (a quién vamos a engañar). Toda la electrónica está hecha con un solo archivo de sonido (como casi todo lo que hago), en este caso fue el sonido de frotar con un arco, varios de los tubos de un metalófono que grabó Rafa y me mandó los audios para procesarlos. El resultado son esos clústeres electrónicos y ese drone cortante de fondo que a base de abstracción llevan las partes melódicas de Rafa y los silencios a otros lugares.
6- Lantana
Rafa: Edu me pasó su parte realizada con una grabación mía de órgano sintético y una indicación: ¡haz capas!
Creo que resultó un tema progresivo, recuerda a Jóhann Jóhannsson. Terminamos los conciertos con ella.
Edu: Una de las pocas directrices que nos dimos para este disco es que fuera luminoso, en positivo, que de alguna forma elevara. El anterior, y casi todo lo que hago, está asentado en cierta bajona musical que a mí me funciona, pero a veces tenemos ganas de rocanrol. Un poco a partir de esa idea de elevar la cosa y buscar una épica del amanecer es lo que mueve este tema. En directo, este tema, en su punto álgido, es un muro de sonido que hace que andes a un palmo del suelo.