Harley Russell, Angel Delgadillo y Lowell Davis son muy distintos entre sí. El primero parece detener el tiempo cuando habla, el segundo no tener límites a la hora de conversar y el tercero es material inflamable haga lo que haga. Sin embargo, hay algo que les une. La Ruta 66. O más exactamente, su lucha por la supervivencia de la mítica carretera estadounidense. Que es, al fin y al cabo, la lucha por su propia supervivencia.
Harley, Angel y Lowell son los protagonistas del documental Almost Ghosts, producción valenciana dirigida y escrita por Ana Ramón Rubio. Una historia local que alcanza la universalidad por sus paralelismo con otros lugares del mundo. La película se estrenó en la Seminci de Valladolid, ganó el Premio al Mejor Documental en el Festival Internacional de Cine de Arizona y en València se pudo ver en la edición de Cinema Jove de este año.
La cineasta se desplazó a Estados Unidos para rodar acompañada de parte del equipo técnico del documental, Ximo Cardona (sonido), Cristina Vivó (producción) y Carlos López y Celia Riera (fotografía). De ese viaje y de todo lo que envolvió al film antes, durante y después del rodaje hablamos con ella.
¿Habías visitado antes la Ruta 66 antes o el interés nace de tu fascinación por ella a distancia?
Ana Rubio Ramón- El proyecto de rodar un documental en la Ruta 66 se empezó a gestar en mi cabeza hace bastantes años y nació de una fascinación, como la que podemos tener cualquiera de nosotros, por la Ruta 66. Las películas, los libros, las canciones… siempre nos han ido trasladando hasta ella y forma parte del imaginario colectivo, de modo que es una carretera muy nuestra. Siempre había querido rodar algo allí, y recorrí un tramo pequeño, desde Chicago hasta San Luis, lo que despertó todavía más interés en mí. Y un día, por casualidad, me encontré por Youtube un vídeo grabado con el móvil de uno de nuestros protagonistas, Harley Russell, tocando Yesterday de los Beatles y ahí es donde verdaderamente empezó lo que después sería Almost Ghosts.
¿Cómo se llevó a cabo la pre-producción?
Toda la preproducción la hicimos desde España. Como te decía, empezó con Harley pero siguió con la búsqueda de perfiles, especialmente, a partir de blogs americanos donde gente que recorría la Ruta 66, o hacía distintos roadtrips por los Estados Unidos, contaban anécdotas sobre las personas a las que iban conociendo por la carretera. Y en esa fase también apareció el tema, esa despoblación y esa degradación de la Ruta 66 cuando comenzaron a construirse las carreteras interestatales.
¿Barajaste más perfiles aparte de los tres que aparecen en el documental?
Sí barajamos más perfiles, de hecho, grabamos más entrevistas en el rodaje pero al final lo que el cuerpo nos pedía en la sala de montaje era que nos ciñéramos a los tres protagonistas: Harley, Lowell Davis y Angel Delgadillo, para poder profundizar más en ellos y sus vidas. Lo cierto es que el retrato de los personajes de Almost Ghosts y todos los que no pudimos incluir dan para una serie documental. Hola, Netflix/HBO/Amazon Prime/Apple TV. Guiño, guiño.
Aunque viajaráis a Estados Unidos con un pre-guión lo más ajustado posible, ¿cómo influyó el factor «sorpresa» en el rodaje? ¿Esas cosas inesperadas se han acabado incorporando a favor del documental en algún momento
Si bien es cierto que a veces fue algo caótico (lluvia, nieve, carreteras cerradas…), los días que teníamos pactados con los protagonistas, el clima nos respetó, lo que nos facilitó bastante las cosas. Llevábamos todo muy cerrado porque así es como debe ser, pero abiertos a dejarnos llevar. Y eso hicimos. De hecho incluso un día (de los de no entrevistas, por supuesto) descubrimos una gasolinera abandonada llena de objetos personales como diarios, álbumes de fotos, cartas de los hijos para los padres…Parecía que hubieran huido repentinamente y nos pasamos todo el día buscando a gente que nos contara para el documental qué había pasado con ellos. Al parecer, se habían mudado a Alaska cuando descatalogaron la 66 y nunca lo incluimos en la película, pero teníamos una corazonada que había que seguir y lo hicimos. Hay que ir planificados pero dejando un espacio importante para ese factor sorpresa que mencionas porque estamos hablando de un documental y tienes que saber que es él el que te puede llevar a ti por donde quiera.
A pesar del, imagino, plan de rodaje agotador, ¿hubo tiempo para el disfrute desde el punto de vista visual (dejando a un lado las entrevistas) con la grabación de los planos recursos?
Te diría que el 95% del tiempo fue tiempo de trabajo, pero lo disfrutamos bastante. Por las características económicas del proyecto, nos lo tomamos como un viaje de amigos en el que íbamos a rodar una película y eso es lo que fue. Los 5 (Cristina Vivó, Carlos López, Ximo Cardona, Celia Riera y yo) habíamos trabajado juntos otras veces y nos unía una amistad, así que, era trabajo del que se disfruta. Pero sí, los días en los que grabábamos planos recurso de la carretera o los pueblos fantasma eran mucho más relajados y dejaban más espacio para jugar. Una noche hasta fuimos a una bolera, también tuvimos tiempo de visitar un museo, de ir a desayunar al mítico Bagdad Café de la película de Percy Adlon, de hacer una sesión de fotos en las localizaciones de Breaking Bad en Albuquerque…¡Hubo tiempo para todo!
¿Sabías de antemano que la fotografía sería uno de los puntos fuertes del documental (de hecho, la propia Ruta y sus pueblos acaba convirtiéndose en un cuarto protagonista) y por eso viajaron dos personas para encargarse de ella?
Por una parte, la Ruta 66 es una carretera llena de letreros de neón, de gasolineras antiguas, de moteles vintage, de cafés destartalados…todo ello tiene una estética muy potente, muy americana, muy nostálgica, que evoca al pasado. Teníamos ante nosotros uno de los mejores “decorados” del mundo, así que, ¿cómo desaprovecharlo?
Por otro lado, el documental es un género muy particular, donde la historia se impone a la imagen, y el espectador no se siente igual de molesto que en otros géneros si no tiene una fotografía espectacular. Sin embargo, hay temas o lugares en los que tienes que cuidar la imagen sí o sí. Por ejemplo, no puedes hacer un documental sobre cine que duela a la vista, no puedes, pero si estamos ante un documental sobre un desastre ecológico, la cosa cambia… En este caso, queríamos retratar la Ruta 66 con el respeto que se merece y pensábamos que todo el envoltorio visual y auditivo de la historia tenía que estar a la altura del escenario en el que íbamos a rodar y que acompañar el tono de la historia. Todos los paisajes, todos esos “decorados”, esos no-lugares fueron retratados con muchísimo mimo por Carlos López y Celia Riera, los dos directores de fotografía.
Apenas hay planos de la Ruta y los pueblos de noche, ¿fue intencionado, por cuestiones de planificación, por razones narrativas?
Fue especialmente por cuestiones de planificación. Sí había algunas ciudades, como Tucumcari en Nuevo México, que es “la ciudad de los neones de la Ruta 66”, donde quisimos grabar los exteriores por la noche, pero en general, trabajábamos por el día y descansábamos por la noche. Además, hablamos en el documental sobre el abandono de los pueblos, y no es lo mismo ver los pueblos vacíos a plena luz del día.
«Somos personas del ayer», «No quiero saber lo que pasa en el mundo exterior», «No quiero ese mundo de ahí fuera», «Es tan triste que el mundo se olvide de ti», son algunas frases que pronuncian los protagonistas. ¿Tuvisteis en algún momento la sensación de que aunque Almost Ghosts esté centrado en la Ruta 66, muchos de los problemas de lo que hablan (abandono de las instituciones, despoblación, embestidas del capitalismo más agresivo, el turismo como salvación y como peligro al mismo tiempo,…) son universales?
Lamentablemente, la despoblación rural es un reto actual de casi cualquier país desarrollado. No nos tenemos que ir muy lejos. En España hay una región en la que hay menos densidad poblacional que en la Laponia escandinava, en la Comunidad Valenciana tenemos pueblos como Castell de Cabres o Famorca, entre muchos otros, al borde de la despoblación… Nosotros hemos hablado de ese abandono contra el desarrollo en lo que probablemente es la carretera más icónica del mundo, y si ahí están así, imaginémonos cómo pueden estar los pueblos de, por ejemplo, la Nacional 340 o las carreteras secundarias paralelas a la A-3 Madrid-Valencia. Y el turismo como salvación peligrosa también es bastante universal, especialmente en las ciudades más grandes. En algunos casos es una solución, pero de forma descontrolada se convierte en un problema. Creo que la realidad que viven Harley, Angel y Lowell es la que viven en muchísimos pueblos alrededor de todo el mundo. Sin embargo, en el caso de la Ruta 66, si no fuera por ese turismo, muchos pueblos habrían caído definitivamente en el olvido.
El hecho de que los tres protagonistas sean hombres y que las únicas mujeres con cierta presencia sean Annabelle (esposa ya fallecida de Harley) o la ex de Lowell por las menciones que él hace, ¿fue casual o hay que entenderlo como que el protagonismo de las mujeres en esos pueblos sigue estando mermado?
En Almost Ghosts estamos hablando de los hijos de la generación de las uvas, de la América profunda. Nos hemos situado en Missouri, Oklahoma frontera con Texas y Arizona. Así que, sí, el protagonismo de las mujeres es mucho menor, especialmente en la generación que retratamos en el documental. Es una cuestión de cómo ha funcionado hasta hace pocos años la sociedad. Sin embargo, el propio Harley reconoce que aunque él fuera el que se llevaba siempre el mérito y la fama, era Annabelle la que aportaba la parte creativa, la que componía las canciones, la que era más que la mitad de su grupo de “músicos mediocres”.
Lo que sí podemos ver en la actualidad es que el relevo generacional de las empresas familiares de la Ruta 66 lo están tomando muchas mujeres. En el caso de Angel Delgadillo, por ejemplo, es su hija Clarissa la que regenta el negocio cuando su padre no está. Y vimos a lo largo de los 4.000 kilómetros muchas hijas que van a seguir los pasos de sus padres. Casi te diría que con mayor presencia femenina que masculina. Si Almost Ghosts se hubiera rodado de aquí 10 años, seguramente me realizarías la pregunta al revés.
¿Cuáles fueron los principales inconvenientes a los que se ha enfrentado Almost Ghosts?
El principal inconveniente ha sido la financiación. El resto de dificultades han sido más bien retos que han hecho el proceso más interesante y más romántico: las dificultades para comunicarnos a veces con los protagonistas desde España, planificar todo el rodaje a 10.000 km de distancia, el idioma… Y ahora batallamos para distribuirlo, para conseguir que lo vea la mayor cantidad de público posible.
¿Y cómo se ha financiado?
El documental es autofinanciado por los cinco miembros del equipo, y cuatro de nosotros, además del trabajo y el material técnico, hemos aportado capital.
¿Cómo conseguistéis las imágenes del pasado en el que se ve a Los Músicos Mediocres tocando en su tienda?
Las imágenes de los músicos mediocres nos las cedieron Tomas Zindler y Zdenek Jurasek de la Asociación Checa de la Ruta 66, que habían estado rodando un reportaje para la televisión checa hacía algunos años. También Gary ‘Bear’ Fleshman, habitante de la zona, nos dio imágenes rodadas con su móvil cuando Annabelle volvió a Erick poco antes de fallecer.
La música acaba siendo la tercera gran pata sobre la que se sustenta Almost Ghosts (las potentes historias que se cuentan y la fuerza de las imágenes serían las otras dos). ¿Cómo la enfocastéis?
La música ha corrido a cargo de Don Joaquín y son reinterpretaciones instrumentales de himnos americanos populares libres de derechos que extrajimos de un libro de partituras de Johnny Cash que encontramos en una tienda de antigüedades en Kansas. Eran las canciones que su madre le cantaba a Johnny Cash y quisimos hacer uso de ellas a modo de versiones.
También dos colaboraciones muy especiales: un grupo al que descubrimos en un local de Nashville en otro viaje (The Howlin’ Brothers) y el dúo alicantino de blues Sarah Gee y Ramblin Matt. Y, por supuesto, la canción que Don Joaquín compuso para la banda sonora, Como si nada, que queríamos que fuera en castellano porque aunque sea un documental rodado en inglés, es un proyecto español y queríamos que tuviera alguna pincelada de ello.
Después de dos rodajes de ficción (Todos queríamos matar al presidente, La Vall), ¿cómo ha sido el pase al documental?
El documental tiene cosas mágicas que la ficción no tiene y viceversa. Aquí tienes menos control sobre lo que está pasando delante de ti en el rodaje, pero al final ocurre lo mismo que cuando ruedas ficción: tienes que saber ver y escuchar, dejar a las personas hablar, tratar de conectar con ellos, que confíen en ti y confiar tú en ellos.
¿Tuviste algún documental en mente a la hora de abordar Almost Ghosts?
Lo que más tuve en mente era los documentales a los que no nos queríamos parecer. Sobre la Ruta 66 se han hecho una cantidad incontable de piezas, casi todas ellas, retratando la ruta 66 como algo turístico, con un estilo más parecido al reportaje o al documental de viajes que al de personajes. A mí me gustan los lugares, pero me gustan más las personas que los habitan y quería que fuera algo más intimista. El tempo, el ritmo, la esencia, no son muy de “película documental” propiamente dichos y eso era un poco lo que buscaba cuando empecé a preparar este proyecto.
Almost Ghosts está teniendo bastante recorrido por festivales, ¿qué importancia tienen para un proyecto como este? ¿Hay fecha prevista de estreno comercial o pensáis que es una película más destinada a una plataforma u OTT?
Los festivales son imprescindibles, especialmente para los proyectos independientes, y si son documentales, más todavía. Son un gran escaparate y tienen un público que es agradecido, que tiene interés en ver las obras y que va a verlas en pantalla grande porque quiere saborearlas. Y respecto al futuro, estamos cerrando algunas cosas así que si todo va bien, va a haber novedades al respecto muy pronto.
¿Crees que se podría establecer un simil entre la realidad que viven esos pueblos de la Ruta 66 y la del audiovisual valenciano?
Pues espero que no. El audiovisual valenciano ha pasado unos años muy duros, parecía que comenzaba a reviscolar, ahora parece que se ha vuelto a detener un poco… Se están haciendo cosas, se está intentando poner solución a los problemas, que son muchos. Vamos a ver si finalmente se recupera y generamos una verdadera industria audiovisual en la Comunidad Valenciana.