RFA, Color, 88′.
El señor R. lleva una apacible existencia: vive en un confortable piso de clase media con jardín con su mujer y su hijo, a los que quiere, tiene un buen trabajo que le gusta y en el que parece que está a punto de ascender, se lleva bien con su jefe y sus compañeros y los domingos come con sus padres. Todo marcha bien. Pero una noche al señor R. le da un ataque de locura.
Dirección: Rainer Werner Fassbinder, Michael Fengler Guión: Rainer Werner Fassbinder, Michael Fengler Intérpretes: Kurt Raab, Lilith Ungerer, Amedeus Fengler, Franz Maron, Harry Baer, Peter Moland.
¿Por qué le dio un ataque de locura al señor R? es la película de Werner Fassbinder menos Werner Fassbinder de su filmografía. La causa igual hay que encontrarla en lo que le desvelaba la actriz Hanna Schygulla a Susan Sontag en una entrevista en 2003. Aseguraba que la idea era de él pero que la había dirigido Michael Fengler en solitario (aunque aparecían los dos acreditados). Apuntaba Schygulla que puede que Fassbinder, a la manera de la Factory de Warhol, quisiera con ello dar oportunidades artísticas a su equipo, aunque aquella supuesta intención no acabó prosperando. El propio Fengler afirmó en 2008 que Fassbinder apenas pasó dos días por el rodaje y que no se involucró ni en la escritura ni en la dirección del film.
Sea como fuere lo cierto es que el señor R ha pasado a la posteridad como la primera película en color de la filmografía de Fassbinder (que co-firmó el montaje con el seudónimo Franz Walsh) y como un film isla en su carrera, entre otras cosas por ese aire documental que exhibe la cinta al rodarse cámara en mano (hay incluso una secuencia en la que se ve reflejada la cámara en un espejo) o por su apuesta por la improvisación de los actores (algo ajeno a su forma de rodar según contaba Schygulla en la mencionada entrevista).
La película (que se puede ver dentro del ciclo programado en la Filmoteca de València sobre el cineasta alemán) es una tv-movie, que adapta una obra homónima de Carlo Godoni, que va más allá de ese desenlace que aventura el título. Traza un perfil, entre cómico, realista y asfixiante de un delineante que parece atrapado en una rutina eterna marcada por su trabajo, los anhelos burgueses de su mujer para esquivar lo que acertadamente se define como clase media oculta y una madre agotadora. Una certera radiografía social que empieza con una concatenación de chistes malos y acaba como acaba.
Mención especial merecen dos escenas estupendas. Una, en la que asistimos a una jornada laboral del protagonista, en una oficina en silencio absoluto solo roto por el teclear de una máquina de escribir de una secretaria. Y dos, la visita que realiza el señor R a una tienda de discos para comprar un vinilo con una canción que ha escuchado en la radio y de la que no recuerda ni el título ni el autor.