«Desciudar es la tercera o cuarta mudanza en un año. Sirve para limpiarse la cara, coserse los agujeros en los bolsillos y hacer unas torsiones. No confundir con año sabático, repoblar la España vacía o inspirarse en la naturaleza. Requisitos para desciudar son: unos ingresos tan mínimos como los que tenías de becaria en Madrid, conexión wi-Fi y mucho criterio. No se puede desciudar si no se ha ciudado antes. Es por eso que hace falta vivir un período mínimo en alguna ciudad grande para decidir desciudar».
El párrafo anterior resume a la perfección lo que es el Manifiesto Desciudar, pieza audiovisual dirigida por la valenciana Sílvia Ferrer, que reflexiona sobre la desmotivación y el desencanto que acompaña el día a día de jóvenes creadores que viven precariamente en las ciudades y que comprueban que apenas tienen tiempo (ni medios) para desarrollar sus facetas artísticas. Y cómo mudarse a entornos rurales puede ser la solución.
La idea del Manifiesto surgió «con la resaca emocional del Primavera Sound», explica Sílvia, «algunos amigos y yo empezamos a hablarlo y a darnos cuenta de que estábamos todos igual. La lista de razones para marcharse de la ciudad superaba y contradecía a la que teníamos antes para mudarnos a ella. Los manifiestos sirven tanto para movimientos sociales como artísticos. En este caso, me parecía una mezcla exacta de los dos. En la enumeración de motivos, encontraba demasiado ortopédico escribirlos, así que directamente lo expresé con imágenes y audios reales de WhatsApp».
Los casi nueve minutos de duración del film han sido grabados íntegramente con dispositivos móviles, porque «era el medio que más natural me resultó, el más sincero. Da un aspecto más fiel al contexto, la época, el lugar, los referentes que tenemos a través de internet. Por supuesto, también me servía para acentuar la idea de precariedad. Más concretamente, de no poder crear contenido de calidad a partir de una base precaria, que es a la que nos somete vivir en la ciudad al principio de nuestras carreras».
«Es como estar viviendo dentro de Twittter», dice una de las protagonistas de Manifiesto Desciudar. Y es que la película se presenta como la otra cara de esos creativos, que aún viviendo en la precariedad y en un bucle de supervivencia, «venden» un éxito o proyección falsos en sus redes sociales. «No tiene por qué ser siempre falso lo que transmiten en redes. A veces la misma precariedad les atrae, para muchos artistas resulta romántico dormir en el suelo y no tener calefacción. Otras veces omitimos esas carencias y nos centramos en otros triunfos comotrabajar de lo que nos gusta, ser jóvenes, encontrar un entorno donde encajamos mejor,…. En nuestro caso simplemente llegó el momento en el que no nos compensaba».
Uno de los aspectos más interesantes del proyecto es lo que tiene de retrato generacional desde dentro, porque la reflexión surge desde los propios jóvenes, sin necesidad de que llegue nadie y haga un diagnóstico desde la distancia. «Somos de una generación que está harta de paternalismos, de «míralos todos con los móviles» y todas estas cosas. Seremos pequeños, pero no tontos. Además, creo que precisamente el individualismo que nos caracteriza hace que pensemos más por nosotros mismos. Al menos yo, que soy libra, me considero bastante capaz de ver las cosas en perspectiva. Aún con Manifiesto Desciudar debajo del brazo, podré rebatirme a mí misma mil veces más. Del mismo modo, tampoco me interesa dar lecciones a nadie. A veces cuando comentaba mi decisión con gente que no estaba de acuerdo, parecía que se sentían atacados porque cuestionaba su manera de vivir. Pero es tan fácil como que a mí no me encaja. Cada uno es cada uno».
Sílvia predica con el ejemplo y ya se ha desciudado, dejando Barcelona y un trabajo como diseñadora gráfica. «¡Sí! En octubre me mudé a un pueblo para encarar la fase final del proyecto mientras me mantengo como freelance». Allí será donde dará continuidad al proyecto a través de su perfil de Instagram.