Fotograma de «El hombre que pudo filmar» (Pedro Uris, 2023).

Una película no profesional. Las intenciones las dejan bien claras. El hombre que pudo filmar es lo que quiere ser. Un recorrido por la trayectoria cinematográfica de Antonio Llorens. Pero no por sus labores como crítico, programador o escritor, sino por su faceta igual menos conocida, la de director de cine… independiente.

«El balance es positivo porque he hecho lo que me ha dado la gana, pero no he tenido el éxito que debería tener», dice el propio Llorens en la película. El film ha sido programado dentro de las sesiones especiales de la Mostra de València y se podrá ver este jueves, 26 de octubre, a las 20h, en los cines Babel.

Pedro Uris, compañero suyo del colegio, y con quien rodó al alimón sus primeros cortos, firma el film. Una cinta que es por extensión, también, una reivindicación de aquel cine independiente valenciano que surgió a finales de los años 60 y que se disolvió con la transición. «Aquellos jóvenes lo recorrieron todo sin llegar a ninguna parte», se escucha en los últimos instantes de la película.

¿Se cierra algún círculo con esta película?

Pedro Uris: Los dos documentales que he realizado nacen de una necesidad, contar la trayectoria de un autor con el que he mantenido una fuerte relación y, a través de ella, proponer una reflexión más universal: el arte, el compromiso, la vida, la libertad, el éxito… Así fue con José Morea en Big Bang Morea y así ha sido ahora con Antonio Llorens. En esta ocasión sí que hay algo de círculo, pero no por el protagonista, sino por la concepción del propio documental. Más de cincuenta años después, volvemos a rodar, a grabar esta vez, desde los planteamientos independientes y de guerrilla con los que comenzamos en los setenta con el súper 8 mm. Volvemos a hacer películas «sin papeles», como las que realizamos entonces.

Se menciona al principio de la película que que Antonio padece una enfermedad degenerativa y que se va a contar su historia hasta donde se pueda contar. Dentro de esas limitaciones, es increíble la memoria que tiene para recordar algunos hechos muy puntuales.

Cuando grabamos la entrevista, en abril de 2022, la enfermedad de Antonio estaba en una fase mucho menos avanzada, aunque existían dudas acerca del estado de su memoria, algo que afortunadamente todavía no se han producido. Al final resulta que, en el documental, se acuerda de más cosas que yo, aunque los recuerdos, como la propia historia del cine independiente valenciano, muchas veces andan cabalgando entre la realidad y la leyenda. La frase inicial, esta es su historia hasta donde podemos contarla, procede de una película de Sam Fuller que ambos estimamos mucho, Shock Corridor, y en nuestra película pretende aludir precisamente este sentimiento, las historias del pasado solo se pueden contar hasta esa frontera en que la realidad se disuelve en la leyenda. Aunque nadie sabe exactamente dónde se encuentra esa frontera.

Fotograma de «El hombre que pudo filmar» (Pedro Uris, 2023).

Antonio ha sido muy constante realizando películas, sobre todo teniendo en cuenta que su proyección siempre fue minoritaria. Incluso aún tiene esperanza de terminar su inconclusa 12 meses sin piedad. ¿A qué crees que se debe?

No lo creo, sino que lo sé, porque comparto esa situación y ese sentimiento. Nosotros hemos querido hacer cine y lo hemos hecho. El que hemos querido o el que hemos podido. O ambas cosas. Lo que importa es hacerlo y tener conciencia de lo que hemos hecho, de los resultados que hemos obtenido. La valoración o la proyección pública de nuestros trabajos siempre ha sido algo secundario.

Es una película que reivindica al Llorens cineasta, como decía antes menos conocido que el crítico, el escritor o el programador. ¿Cómo crees que convivían esas dos realidades suyas? ¿Se ha visto influido el Llorens cineasta por sus otros trabajos cinematográficos?

Antonio, como otros compañeros del cine independiente, comenzó realizando películas. Cortos en súper 8 mm., primero, y en 16 mm., después. Todo lo demás, el crítico o el programador, vino más tarde. El cineasta fue primero, pero Antonio acabó viviendo profesionalmente mucho más de lo segundo. Yo creo que la influencia es a la inversa, es el Llorens cineasta, ese que nunca llegó a ser a tiempo completo, el que ha influenciado su trayectoria, mucho más conocida y abundante, como crítico o programador.

¿Cómo definirías al Antonio Llorens cineasta?

Aquí voy a ser muy breve y pienso que también muy preciso: irreductible. Ha querido hacer un tipo de cine, tanto desde un punto de vista narrativo como de producción, y lo ha hecho. Ese cine y ningún otro.

En un momento del documental le preguntas a Antonio si existió el cine valenciano (independiente). ¿Qué responderías tú a esa pregunta?

A finales de los sesenta y durante la primera mitad de los setenta, en la ciudad de València, una serie de jóvenes comenzamos a hacer películas en súper 8 y 16 mm. Con miradas diversas, pero con unos modos de producción y una visión del cine y la sociedad muy similares. Con cierta vocación de movimiento unitario porque nos conocíamos todos e incluso, en más de una ocasión, colaborábamos unos en las películas de los otros. No se puede negar la existencia de esos cortos y de todos los que los hicimos posible. En aquel momento nos referíamos a este movimiento como el cine independiente valenciano, un término que luego pasó al papel en algunos artículos y libros sobre el tema. Más allá del alcance que tuviera ese movimiento, todos nosotros y todas nuestras películas existimos y se nos cita como el cine independiente valenciano de los años setenta.