Turistas de Terciopelo (Marta Chiner y Gloria Román). Foto: Studio Cano.

¿Qué?

Dos mujeres, actrices, con necesidad de expansión en otras actividades artísticas, sobre todo vinculadas a la pasión y la alegría de vivir. Nuestro nacimiento tiene mucho que ver con el de Venus. Una madrugada, desayunando en una cafetería florentina comenzamos a fantasear sobre Botticelli y Simonetta Vespucci. Fue tanta la dedicación que perdimos el tren que nos llevaba al aeropuerto. Un amigo en común nos denominó «aterciopeladas» por primera vez y, tras saltar a un segundo tren, encantadas y agotadas empezamos a idear una serie de ficción invadida por personajes con nombres como Primavera o Dionisio. Por ahora, esa historia no ha salido de aquel vagón pero sí lo hizo Turistas de Terciopelo.

La primera forma de expresión que nos ha llegado ha sido el vestuario de La mujer más fea del mundo, una obra de teatro de Manuel Valls. Inmediatamente después hemos realizado parte del arte y vestuario de la última fase del rodaje del cortometraje ¿Saben los muertos si existen los vivos?, de Álvaro de la Merced con producción de Tarannà Films.

En cualquier caso, una premisa que estamos cuidando es el movimiento. Emigrar de nosotras mismas, de nuestra zona de confort y, siempre que sea posible, de territorio. Enriquecer los sentidos, ser flexibles, no poner límite a los actos creativos. Juntas recorrimos el Camino de Santiago, discípulas de la magia de la Reina Lupa y de los bosques de eucaliptos. Nos sentimos identificadas con un concepto del editor Alberto Haller: «activistas de la belleza».

¿Quién?

Por un lado, Marta Chiner, que se crió al calor del horno familiar como un dulce con aroma a flor de azahar. Descubrió su vocación temprano, cantando en la Escola Coral de Quart de Poblet, gracias a la cual tuvo la posibilidad de subir a escenarios de España y Europa. A los 18 años estudió Arte Dramático en la Escuela del Actor de Valencia, desarrollando una trayectoria de más de 25 años en teatro, cine y televisión. Vivió y trabajó en Milán, su italiano y un par de vinos nos permiten jugar a ser madre e hija en tierras del gelato. Actualmente está a punto de volver al teatro Talía con Descarados de Dario Fo y Por los Pelos de Paul Portner.

Por el otro, Gloria Román, que inició una vida de camaleón dentro del armario de su tía cartagenera; un día arlequín, al siguiente cíngara y al tercero anciana con un sujetador relleno de calcetines de la abuela. En la mercería de esta se llenaba los dedos de hilos y dibujaba títeres. Los pies le quemaban y llegó a Valencia, estudió Arte Dramático en la ESAD y Comunicación Audiovisual en la UV. Tiene experiencia en teatro, cine, publicidad y radio. Acaba de terminar la gira de Júlia, de Isabel-Clara Simó, con dirección de Gemma Miralles; pronto estará en Escalante con El cau dels sentits de laSala y elPetit y en breve estrenará el cortometraje A pesar de todo de David Roger Juan.

¿Lo próximo?

En nuestro último viaje a Nápoles descubrimos la historia de Parténope y Vesubio, un amor imposible que termina con el centauro convertido en volcán. Inspiradas por ellos estamos trabajando en una colección de tocados que evocan el imaginario de la sirena. Además tenemos un futuro proyecto con un matiz esotérico que nos fascina pero sobre el cual (¡aún!) no podemos contar más.