Benjamin Black. Foto: Marta Calvo.

Los gestores culturales tiene en común con los detectives privados que siempre tienen que mirar más allá de la realidad palpable. Tal vez por esa coincidencia, los responsables del festival Valencia Negra lo llevan haciendo desde su nacimiento. Cuesta cambiar las rutinas de una ciudad, por herencia o desconocimiento, pero ellos siempre se han empeñado en hacerlo. Ahora que tienen a punto su sexta deslumbrante edición (del 4 al 13 de mayo) lo vuelven a demostrar.

Sus ojos han visto lo que otros han pestañeado. Con poco presupuesto, pero mucha ilusión y, sobre todo, buenas ideas, han ido tejiendo un tipo de festival muy acorde (por propuestas, enfoque y rigor profesional) con lo que se puede encontrar en otras capitales. Han buscado la presencia internacional, han ampliado el campo más allá del previsible de la literatura y el cine, han inventado actividades distintas y originales, han visto como se les dilataban las pupilas para escoger a los mejores protagonistas en ruedas de reconocimiento inexistentes, han mantenido una pizca de irreverencia lejos de la sacralización que muchas veces envuelve el mundo cultural, han apostado por mantener viva la marca más allá de los días que dura el certamen. Han entendido que la cultura puede (y debería) ser un motor económico, mientras otros seguían pestañeando.

Así, durante los próximos días tendremos en la ciudad a Benjamin Black, Donna Leon, Juan Madrid, Servando Rocha, Alicia Giménez Bartlett o Carlos Zanón; habrá acercamientos al giallo o al polar contemporáneo; Bernard Minier y Frank Thilliez se batirán en duelo literario; se hablará de cine con Daniel Calparsoro y Fernando Marías; se estrenará una obra de teatro; o viajaremos a los bajos fondos y al lado oscuro de las personas, entre otras muchas opciones que pueblan una programación, en la que también hay lugar para las clases magistrales, las exposiciones o la gastronomía.

A pesar de esa (necesaria) apertura al exterior a la hora de elaborar el menú, en Valencia Negra nunca han dejado de mirar (y reivindicar) el lugar donde se celebra. Esa interacción entre ambas posibilidades define a la perfección la actitud del festival. En esta ocasión hay dos actividades que destacan del resto. Por un lado, la mesa redonda con periodistas de sucesos e investigadores policiales en torno al conocido como El Crimen de Patraix, que aún hoy en día sigue generando informaciones en los medios, a cada cual más sorprendente. Por el otro, la proyección del documental Promoción del 81, sobre la primera promoción de mujeres que ingresaron en el cuerpo de la policía local de Valencia, en 1981.

Información de la programación completa, horarios y sedes en la web del festival.